Sin Titulo Cuarta Parte






Cuando recupero la consciencia, Lasarte se sentía como si le hubiesen pasado un camión por encima, en cuanto hizo esta comparacion mental, recordó lo sucedido en el parking. Peor fue abrir los ojos, en cuanto la luz entro en ellos, sintió su cabeza explotar debido al golpe recibido, trato de llevarse las manos a la cabeza y puedo comprobar que se encontraba atado a la silla donde lo habían dejado. "Podría ser peor, al menos estoy vivo" pensó.Observo durante unos instantes el cuarto donde se encontraba, sin duda era una sala de copias, había una mesa, unas cuantas sillas, dos fotocopiadoras, cajas con folios y otras con garrafas para las fuentes de agua de la oficina. Sopeso durante unos instantes sus escasas posibilidades y de pronto recordó a Cristina, las preguntas afloraron a su mente ¿Donde estaba?, ¿Estaria viva?. Estas preguntas hicieron crecer su nerviosismo. Forcejeo con las cuerdas que lo sujetaban, solo logro clavarselas aun mas en la piel y que la herida en el hombro se hiciese de nuevo presente. Desesperado comenzo a gritar.

- ¡Cabrones, soltadme!, !Sacarme de aquí Hijos de puta!- estuvo gritando un par de minutos, recorriendo todo su repertorio de improperios. La puerta se abrió despacio y un par de desconocidos entraron en la estancia. Uno de ellos llevaba la camisa llena de sangre, en la mano portaba la hoja y el mango de un cortafolios. El otro iba directamente sin camisa, tan solo con los zapatos y los pantalones del traje, tenia una melena castaña, en el brazo tenia alguna especie de quemadura. Ambos le sonrieron burlones, y el del cortafolios le soltó una ostia.

- No chilles, algunos tenemos que trabajar- aquella frase les hizo desternillarse de risa, se reian como dos dementes repitiendo y explicando el chiste, Lasarte miraba al suelo acojonado. Tras un par de minutos, lograron controlarse.

- Vete a por el Santi, le gustara saber que este payaso  se ha despertado - dijo el descamisado. Aquel tipo se dedico a silbar una canción mientras el del cortafolios cumplía la tarea que le habian encomendado. Lasarte aguardo quieto con los ojos cerrados, tratando de hacerse a la idea de lo que estaba por venir. Oyó unos pasos, cuando abrió los ojos, lo que vio lo dejo sin aliento. Santi y su compañero de seguridad, el moreno habían entrado, Ana la de recepción iba colgada de su brazo, del brazo de santi iba Cristina. Lasarte trato de articular palabra mientras aquel grupo se reía de el, aquella risa hizo que la rabia saliese a flote.

- ¡Puta!,  me juego el cuello por ti y tu te vas con ellos, maldita zorra debí dejar que te violasen - escupió las palabras.

- Cariño, ¿vas a dejar que me hable así? - le dijo Cristina a Santi en tono meloso y haciendo pucheros.
- ¡Sueltame y veras lo que te hago, pedazo de puta! - grito el. Santi le hizo un gesto al descamisado que le dio un par de sopapos a Lasarte, este comenzo a llorar de impotencia notando como las nauseas se acumulaban.
- ¿Porque no nos lo llevamos y jugamos un rato con el, te gustaría verdad que si? - Santi se dirigio a Cristina, la agarro del culo y la beso. Esta asintió efusivamente.

- No me parece buena idea - dijo el moreno. "A mi tampoco me apetece jugar" acertó a pensar Lasarte, ese pensamiento le hizo aflorar una sonrisa.
- Venga Mario, hacemos una cosa, yo me quedo con este y tu con la madera. - le respondió Santi.

"¿Madera?" Lasarte supuso que la policía había ido al edificio, pero quedaba claro que no había logrado poner orden, es mas, los habían cogido. El moreno, Mario, ahora Lasarte sabia su nombre dudo unos instantes.

- Conforme yo me quedo con ella - dijo al fin.
- ¡Traerlo!- indico el rubio al descamisado y al loco del cortafolios, este rompió las ligaduras de Lasarte y lo levanto, salieron de aquella estancia y caminaron, por el camino Lasarte oyó risas, gritos, insultos y vio a un montón de desconocidos y otros que si conocía. Bajaron a la primera planta, allí el espectáculo se torno aterrador, vio a Perez, vestida solo con una gorra de policía, golpeaba a otra chica, Lasarte la conocía de vista, también era secretaria de uno de los de arriba. Dos policías yacían tendidos en un charco de sangre, otro mas estaba atado a una columna y cuatro tipos se afanaban en darle golpes, el cuarto, o la cuarta mejor dicho también estaba atada.

- ¡Traerme a esa, y quiero una pistola! - el moreno se dirigió al del cortafolios, este dejo a Lasarte en manos del descamisado. Lasarte siguió mirando a su alrededor, Vazquez, su desagradable jefe yacía colgado por los pies del techo, contemplo mas cadáveres, vio el del tipo al que había roto la mano con la puerta horas atrás. Y también el de su compañero Gomez. De pronto oyó un grito, el del cortafolios trataba de quitarle la pistola a otro tipo, este se negaba, desde su posición Lasarte no entendía lo que decían, pero la discusión subía de tono, el del cortafolios pareció desistir y se dio la vuelta tirando de la policía, de pronto volvió a girarse y clavo el cortafolios en el cuello del otro tipo que cayó al suelo muerto.  "Se matan unos a otros, están todos locos" - pensó Lasarte. El del cortafolios llego corriendo, sonriendo, le entrego la pistola al moreno y se limpio la sangre de su arma en la camisa. La policía, miro a Lasarte, este le devolvió la mirada y vio las marcas de golpes en su cara, tenia los ojos enrojecidos de haber llorado, el pelo moreno alborotado. Ella torció el gesto y volvió a mirar al suelo. Sonó un disparo y Lasarte oyó un grito aterrador, uno de aquellos locos había disparado a otro, a saber porque.

- Debemos coger las pistolas - le dijo el moreno al rubio. Este asintió.

Caminaron hasta la planta baja y encerraron a Lasarte en un cuarto de calderas, lo esposaron  a una cañería y se fueron. Lasarte se sentó en el suelo contemplando aquellas esposas, maldijo en silencio a Cristina y maldijo su suerte, tenia sed, pensó en comida pero el pensamiento le dio nauseas. Estuvo pensando durante un rato, se durmió con un pensamiento optimista, "lo mismo se matan todos".

No sabria decir cuanto habria dormido, cuando sintio que alguien le zarandeaba, abrio los ojos y se encontro ante sus ojos con la cara de Cristina.

¡Sueltame puta!- le dijo, Cristina le dio un golpe en la cabeza.
- Habla mas bajo imbécil- susurro,  -vengo a sacarte de aquí.- Cristina abrió las esposas con una llave y le tendió una mano. Lasarte la cogió  y se levanto.
- ¿Y el rubio?- pregunto. Cristina se echo una mano a la espalda y saco una pistola.
-¿Sabes disparar?- pregunto esta vez Cristina, el recordó los tiempos en que tiraba con relativa frecuencia con la escopeta de su abuelo, asintió, prefería tener el arma el. Ella se la paso. - Salgamos de aquí, vamos arriba.- dijo ella. Lasarte la siguió, subieron hasta el vestíbulo por las escaleras, era de noche y pudo oír a gente roncar, el cadáver de Vazquez, lanzaba siniestras sombras desde su desdichada posición. Llegaron a los ascensores, Lasarte dudo pensando en la voz siniestra, pero entro. "No puede ser peor que este atajo de locos".

- Tenemos que intentar comunicarnos con el exterior- dijo Lasarte, ella lo miro y afirmo. Lasarte pulso el botón de su planta, el ascensor se cerro y comenzo a ascender.

- ¿Otra vez tu?, ¿como te va?- aquella voz metálica volvió a surgir de la nada, Cristina se apretó a el.
-¿Que coño es eso? - pregunto asustada.
- No tengo ni idea- respondió el, poco tranquilizador.

Una vez mas sonó la risa.


Sin titulo Quinta parte ( Aun no esta)

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