La Historia de Zarco (Prologo).

El día comenzaba a apagarse, el hombre se balanceaba en su montura agarrando levemente las riendas. El caballo avanzaba al paso, estaba tan cansado como su jinete y tenia las mismas ganas de detenerse que el. El hombre llevaba una hora observando los alrededores, tratando de encontrar una posada o una casa donde poder pedir cama  y comida, sabia que era una esperanza poco realista, aquella zona nunca había estado muy poblada, demasiado peligrosa para que los seres humanos con un mínimo de sentido común se adentrasen en ella, kilómetros y kilómetros de bosques espesos, entre montañas, escondite desde mucho tiempo atrás de proscritos y bandidos y con unos inviernos largos y extremadamente frios.
El caballo alzo la cabeza y olfateo el aire, su jinete lo dejo hacer a sabiendas de que este habia olfateado agua, y ambos la necesitaban, el caballo acelero el paso adentrandose en el bosque, unos cien metros adentro del mismo un arroyo de agua cristalina serpenteaba entre los arboles. El hombre bajo de la bestia cuando esta ya bebia avidamente del arroyo, el se estiro notando todos sus musculos doloridos, por fin se libero del yelmo dejando al descubierto una gran melena oscura, se arrodillo ante el agua y metio la cabeza en la misma, una vez se hubo refrescado la cabeza y el cuello bebio agua y relleno la alforja del liquido claro y helado. Desensillo a su caballo, saco la bolsa con la comida y la larga espada y las dejo cerca de un arbol donde se apoyo para reponer fuerzas, mientras el caballo pastaba la verde hierba de las cercanias del arroyo, el mastico algo de carne seca y un gran trozo de pan duro. Una vez terminado la frugal comida, saco una bolsa de tabaco del interior de su chaqueta y una pipa de madera, lleno la pipa con el fino tabaco picado y la prendió con el pedernal que llevaba para tal fin.  Inhalo lentamente el humo dejando que penetrase en sus pulmones, tras unos instantes, lo exhalo con una sonrisa de satisfacción, podía pasar sin una buena comida pero adoraba el tabaco. Tras terminar su pipa el cansancio comenzó a vencerlo, se arrebujo en la negra capa que portaba y cerro los ojos.

El relincho de su caballo lo despertó cuando lo noche se había hecho adueñado de la tierra, abrió los ojos y parpadeo tratando de acostumbrar sus ojos a la tenue luz. Oyó voces y pisadas y se apresuro a levantare mientras recogía su espada. En su precipitada maniobra la capa se engancho en el árbol en el que había buscado cobijo, forcejeo un par de veces y escuchó la tela rajarse, cuando por fin pudo incorporarse del todo sintió un golpe en el brazo en el que empuñaba la espada. Lanzo un ahogado grito de dolor y consiguió no soltar el arma, entrevió varias sombra moverse a su alrededor. Escucho el silbido de un palo contra el aire pasando justo al lado de su oreja izquierda, el palo se astillo al chocar contra la madera del árbol, lanzo una estocada en aquella dirección y escucho con satisfacción un grito y el palo caer al suelo. Por fin pudo ver a uno de sus enemigos, se cubría con un capa oscura de los pies a la cabeza, vio como este sacaba algo de entre las ropas y por el fugaz brillo que logro percibir imagino que seria una daga. Sintió ruidos a su derecha y vio dos hombres mas, también cubrían sus rostros con largas capuchas, uno portaba un largo palo el otro una lanza, pego su espalda contra el árbol y espero moviendo los ojos de un lado a otro. El hombre de la lanza cometió el error de lanzarla, tenia fuerza pero el esperaba aquel movimiento, la esquivo con agilidad y se abalanzo contra el levantando la espada por encima de su cabeza, descargo el golpe con todas sus fuerzas, su enemigo ni siquiera grito destrozado por el filo del acero. Cuando trataba de recuperar su posición de combate los otros dos lo atacaron, se giro para defenderse del tipo de la daga, cuando este le vio hacerle frente vacilo y el ataco con presteza lanzandole un tajo al estomago mientras notaba un golpe en el hombro, lanzo un puñetazo a ciegas con su mano izquierda y noto que hacia contacto con algo blando y el sonido de un cuerpo al caer al suelo. El de la daga se miraba el la herida del estomago y volvió a atacarlo, el lo esquivo y vio como caía, cuando el hombre estuvo en el suelo, clavo su espada en el. Por ultimo se dirigió a por el que había derribado de un puñetazo, el hombro trato de arrastrarse para alejarse de el, el piso su capa para detener la inútil huida, se le quedo mirando unos instantes, con la punta de su espada comenzó a retirar la capucha del hombre, este tenia unos brillantes ojos verdes, y un largo pelo castaño claro, miro su boca y quedo perplejo.

- Por mis muertos.- musito por fin.

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