La posturita

Recuerdo que a ella no le gustaba quedarse desnuda después de tener sexo. Se vestía rápido, yo lo respetaba pero me jodía, siendo sincero me jodía. Tras comentarlo varias veces un día le pedí que se durmiera conmigo, desnuda, completamente desnuda y ella accedió. Nos tapamos con las sabanas, nuestro calor se unió bajo las mantas, mi mano derecha quedo bajo su cabeza y con mi mano sujete uno de sus pechos. Sus nalgas quedaron rozando mi pene, amo el tacto de sus nalgas. Metí mi otra mano entre sus piernas y la coloque sobre su sexo dejando mis dedos resbalar ligeramente en su interior. Me encanta notar como se relaja en mis brazos, besar su espalda, sus hombros o su nuca, notar como su respiración disminuye, sentir como se duerme.  Así siento que la poseo y la protejo a la vez. Así podría estar toda la vida, así podría morirme.


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