4oct 2016

Noches.

Son las tres de la mañana de un fin de semana cualquiera, bajo las luces tenues de la barra, brillan nuestros cubatas semivacios, no se si es la cuarta o quinta ronda que tomamos aquí. El local esta bastante lleno, lo cual nos da bastante juego, somos habituales, por no decir perennes y conocemos a mucha gente. La conversación gira como casi siempre en torno a deportes variados, política y tias, sobre todo tías. De mujeres famosas y de mujeres que nos rodean en ese instante en el bar, algunas de los cuales nos gusta y miramos con insistencia sin atrevernos a acercarnos, "Están fuera de nuestro alcance" es el sentimiento general. Aun así nos guardamos nuestra frustración en el ron de nuestros cubatas y reímos con fuertes carcajadas, demasiado fuertes,  la ultima de las bromas, coñas, barbaridades que alguno de nosotros suelta.

- Voy al baño- digo mientras me levanto del taburete, me tambaleo unos instantes.
- No te caigas que a ti es imposible levantarte.- me dicen.
- Con que me apartéis a un lado para que no me pisen mucho, me sobra- respondo y volvemos a reírnos.

Camino hasta el baño, lo empujo, esta ocupado, me cabreo, me estoy meando y tengo ganas de vomitar. Espero apoyado en la pared que separa la puerta del baño de señoritas del de caballeros. "Caballeros no hay muchos aquí" , pienso para mi mismo y sonrió. Una chica que llega para hacer uso del baño mira con sonrió para mi mismo como un gilipollas. Esta buena y mi mirada se queda fija en sus tetas, ella aparta la vista y entra al baño.

Por fin se abre la puerta del mio, del de "caballeros" y entro, sale el Santi un conocido,con la nariz blanca, me sonríe le indico con un gesto que tiene la nariz manchada y paso al baño. Típico baño de pub, sucio y mal oliente. Orino y tiro de la cadena, las nauseas vuelven mientras me miro en el espejo. Mi estomago esta realmente jodido así que decido meterme los dedos y vomitar. El alcohol ingerido sale de mi garganta, llena mi boca de un sabor amargo y cae en la taza. Tardo unos dos minutos en soltarlo todo. Me lavo las manos, me enjuago la boca y me mojo la cara roja por el esfuerzo de vomitar coronada por ojos aun mas rojos, llorosos. Mientras espero a que se me pase, miro el móvil buscando una señal que se que no llegara, algo absurdo que he repetido cincuenta veces a lo largo de la noche. La rabia me invade y golpeo la pared del baño hasta hacerme daño, mis nudillos se despellejan, los miro, ni siquiera soy capaz de hacerme el daño que a veces me gustaría.

Salgo del baño y vuelvo a mi grupo.

¿Otra ronda, no? - me preguntan.
- Por supuesto - respondo, queda mucha noche, muchos demonios que despertar y matar, despertar y matar, despertar y matar, así cada día.




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