La Ultima Cabaña


Enciendo otro cigarro y tiro el paquete, es el tercero que me termino hoy. Importa poco porque no saldré vivo de la cabaña. Hace mucho que nada me importa salvo matar a tantos como pueda. Antes de que me cojan claro, porque se que no tardaran en llegar, llevo oyendo sus risas de hiena desde ayer. cada vez mas cerca, no creo que estén a mas de un kilómetro y son muchos, demasiados esta vez. Compruebo el fusil, las dos pistolas y la escopeta, un cargador por pistola, otro en el rifle, y dieciséis cartuchos de escopeta, contando con que pueda recargarla. Tengo las trampas y los cócteles molotov, aun así, no sera suficiente. Me levanto, coloco las dos pistolas en la parte trasera de mi cintura, la escopeta en bandolera y cargo el fusil en mi mano izquierda. Me acerco hasta la mochila y saco la botella de buen whiskey que cogí de aquella tienda de licores, es el momento de beber, de celebrar. Dejo el rifle sobre la mesa y abro la botella, con ella abierta busco un vaso en la cabaña, todos están mugrosos, bebo a morro, chasqueo los labios, el mejor whiskey de mi vida. Me paseo por la cabaña haciendo tiempo, fumando y bebiendo, los hijos de puta son lentos o quizás hayan encontrado alguien mas a quien comerse, aunque se siguen acercando, en quince minutos estarán aquí, quizás menos. Doy un ultimo y largo trago a la botella, la tiro a la chimenea donde estalla en mil pedazos, el fuego crepita con fuerza. Me asomo a la ventana por donde llegaran y espero, otro cigarro mas en la boca. Los minutos pasan, los aullidos y el coro de risas aumentan. Por fin aparecen los dos primeros, son pequeños, rastreadores, olfatean el suelo nerviosos moviendose de un lado a otro. Uno se para y mira en mi dirección, sus ojos rojos, brillantes, de apariencia sanguinolienta se clavan en mi, el otro lo imita pocos instantes después. Se ponen sobre dos patas y aullan llamando al resto. Estos van apareciendo poco a poco, de difenretes tamaños, los hay pequeños y que casi siempre van a cuatro patas, medianos que varían su postura según les resulte mas cómodo o no, además trepan con soltura, a estos los llamábamos "trepadores", a los primeros "rastreadores", los mas grandes van siempre sobre dos patas, fuertes, miden mas de dos metros y sus garras deben medir mas de 10 centímetros. Son los primeros en comer, son los que disfrutan matando. A estos los llamamos los "lideres". Les pusimos esos nombres para distinguirlos cuando aun vivía mas gente aparte de mi.
Dos de los lideres se adelantan y se paran a unos cincuenta metros de la cabaña. Hacen una señal hacia atrás y cuatro trepadores traen a una mujer a rastras. Esta chilla y patalea tratando de liberarse pero es imposible. La sueltan delante de los lideres. Uno de ellos la toma del suelo y la levanta como si fuera una pluma. La pone de pie, de frente a mi, con una de su garras hace un pequeño corte en el cuello, lo veo todo a través del visor del rifle. Empieza a chuparle la sangre tirando de la cabeza de la mujer hacia atrás. Yo dudo si disparar a la mujer o no cuando unos gritos me alarman, giro el rifle en dirección a los mismos. Uno de los rastreadores ha caído en una trampa, se ha empalado con las lanzas afiladas que enterré y sus compañeros de especie ríen y saltan a su alrededor, celebran su desgracia ya que se comen unos a otros. El otro de los lideres, el que no se había alimentado de la mujer se acerca a ellos, coge a uno y lo levanta en al aire, le raja las tripas con las garras, estas caen sobre el suelo mientras el rastreador suelta un lastimero chillido. Esto sirve de lección a los otros. El líder hace un gesto con la mano y el resto de rastreadores avanzan. Veo como caen en otras trampas, sus lamentos de moribundos pronto inundan el bosque. Hago un par de disparos, dos mas caen. No veo mas pero se que los trepadores se acercan, muevo el rifle todo lo rápido que puedo, tratando de apuntar a sus cabeza. Ellos corren y se mueven a gran velocidad, fallo varias veces, en otras ocasiones acierto y quedan tumbados, quedan mas de diez y apenas me quedan balas en el rifle. En una de las pasadas veo a través del visor al otro líder comiéndose a la mujer, ya ha mordido su cuello arrancándole un gran pedazo de carne que mastica mientras mira a los demás intentar cazarme. Le apunto a la cabeza, aprieto el gatillo varias veces, solo sale un bala que impacta en su cabeza. Cae pesadamente junto a su víctima, sonrío para mi mismo, tiro el rifle y cojo la escopeta, hago varios disparos, que alcanzan a tres mas de los trepadores, pero no puedo recargarla, ya están cerca de la puerta. Me aparto de la ventana, me parapeto detrás del sofá con una de las pistolas apuntando hacia la misma. Se oye la explosión, la trampa explosiva que puse a cinco metros de la puerta ha sido pisada por alguno de aquellos malditos bichos. Oigo sus chillidos, se están quemando, ya que puse varios bidones de gasolina. Poco a poco se van apagando los aullidos, algo raro, casi nunca callan, yo aprovecho y enciendo velozmente otro cigarro. De nuevo oigo pasos y gruñidos, unas garras se clavan en la puerta, disparo, un par de veces y oigo un cuerpo caer, las balas blindadas los destrozan pero también destrozan la puerta. Repito la operación varias veces hasta que vacío el cargador. Saco la otra pistola. Me levanto, la puerta esta casi totalmente destrozada. De pronto la luz entra en la cabaña, uno de los trepadores restantes ha arrancado ha arrancado la puerta de sus goznes y la levanta en el aire. Disparo contra el, cae con la puerta en las manos atrapando a otro con la mezcla de su cuerpo y la madera. Dos mas entran a saltos en la cabaña, disparo hasta vaciar el cargador. ruedan por el suelo muertos, llenando la sala de olor a sangre y de la pestilencia que emiten. El que cayó junto al que arranco la puerta se levanta y entra. No me quedan balas, cojo un coctel molotov de la mesa. De pronto el otro líder aparece, su cuerpo tapa toda la puerta, clava sus garras en la cabeza del rastreador que cae fulminado, luego se agacha sortea el cadáver y entra. Me mira fijamente, sus ojos llamean, su boca amarilla emite una especie de sonrisa haciendo destacar sus dos colmillos. Avanza despacio, como lo hacen cada vez que creen tener a su presa. Yo doy una calada, exhalo el humo mientras sostengo su mirada. Ahora yo también sonrió. Quito el cigarro de mi boca y lo acerco al coctel, el pañuelo comienza a arder. El mira el fuego y parece comprender, se detiene, duda. Yo me acerco a el, tiro el coctel a sus pies y me abalanzo contra el. Mi sonrisa se convierte en un risa de mente, el chilla pero yo me río, es mi victoria.




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9 comentarios:

Ramy dijo...

Muy buenos los tres,sigue y vencelos

Ramy dijo...

Muy buenos los tres,sigue y vencelos

JineteNocturno dijo...

A quien tengo que vencer?

Ramy dijo...

A tus miedos

JineteNocturno dijo...

Mmmmm, hoy no iba sobre mis miedos la cosa, pero lo tengo en cuenta .

Ramy dijo...

Mi comentario es de los tres que has puesto,pero muchas gracias por la correccion.

JineteNocturno dijo...

No te corrijo , te aclaro, el primero va de mi, el segundo va de ti, el tercero es una flipada sin mas..

Ramy dijo...

Gracias

JineteNocturno dijo...

......a ti