El Precio de un Libro. Tercera Parte. "Juicio"




El Precio de un Libro. Tercera Parte. "Juicio".

La vida en la carcel de Plöztensee, era un continuo tormento para los prisioneros, muchos de los cuales eran presos condenados a muerte, algunos serian ahorcados, otros guillotinados. Elfriede comprobo en el recuendo de cada mañana como los guardias golpeaban a los presos, esto ocurria siempre
e importaba bien poco que el condenado hubiese cometido alguna falta o no. Elfriede pudo librarse de los golpes ya que su caso era especial y los guardias de la prisión no querían arriesgarse a a dañarla antes de un juicio que seria todo un acontecimiento. Los tormentos en la prisión no terminaban ahí, las vejaciones que sufrían las mujeres a ser conducidas al baño en te tocamientos y palabras procaces. Algunos guardias hacían comer del suelo a los presos la escasa ración que les proporcionaban. Los guardias mas crueles y refinados ideaban nuevas formas de hacer la vida mas intolerable a los prisioneros, obligandoles a realizar tareas desagradables, los humillaban de todas las formas posibles. Dos ellos solían divertirse de una forma cruel, uno de ellos se hacia pasar por un buen hombre, hablaba con ellos les ofrecía cigarros, chocolate o alguna otra cosa, le indicaba a los presos donde debía esconder las cosas para que no fuesen encontradas durante las inspecciones. El otro guardia era encargado de llevar a cabo estas ultimas era informado por su colega del escondite en cuestión, siempre esperaba al final para encontrar el material no permitido. Cuando el hombre estaba siendo reprendido a golpes por su falta el guardián que le había dado aquellos productos que le estaban costando aquella paliza pasaba sonriente a su lado. El efecto moral de esta acción era devastadora que que aquel guardián parecía ser el ultimo reducto de humanidad entre aquellas cuatro paredes. En otros casos se fingía la liberación de un preso para luego devolverlo a golpes de porra y entre grandes risas e insultos a la celda.

Elfriede contemplaba todo esto con una mezcla de miedo y tristeza. La quinta mañana dos de los guardias la sacaron poco después de que hubiese terminado el desayuno consistente en un sucedáneo de café y unas gachas y un trozo de pan negro duro. En la sala de entrada Elfriede volvió a reencontrarse con Strauss y Steiner.

-¿Buenos días señorita Scholz, preparada para el juicio?. Hace un día precioso para juzgar traidores- saludo Strauss mientras su boca sonreía burlona. Elfriede no contesto bajo la vista y permitió a los hombres de la Gestapo que la llevasen hasta el coche. El destino El tribunal del pueblo, cuyo presidente era Roland Freisler. Un personaje que en cualquier otro país nunca habría presidido algo mas importante que una asociación de vecinos. Roland Freisler era detestado por algunos compañeros del partido nazi y del gremio judicial. Gustaba de humillar e insultar a los encausados. Otro de las cosas que solía hacer era impedir que los prisioneros llevasen cinturones, a fin de que los pantalones se le cayesen provocando la hilaridad de la corte.

Durante el trayecto hasta el juicio Elfriede se sumió en sus pensamientos, especialmente en sus hijos, en un momento del trayecto se atrevió a preguntar a Strauss por ellos.

-¿Señor Strauss, están mis hijos bien?- pregunto vacilante. Strauss giro la cabeza y la miro.
-No puede usted hablar sin permiso, recuerde que es una prisionera. Como hoy me encuentro de buen humor le diré que están perfectamente, sin duda serán buenos alemanes no como sus padres y su tío. - contesto Strauss, esta contestación pareció hacerle gracia a Steiner que soltó una carcajada. Elfriede permaneció callada el resto de trayecto, sintiendo cada vez mas odio hacia aquellos estúpidos hombres, serviles asesinos que estaban llevando a su país a la ruina y que la habían separado de sus seres queridos. La idea de que sus hijos fuesen educados por fanáticos nazis, educados en el odio y el falso patriotismo le hacia hervir la sangre.

Cuando llegaron al tribunal la mantuvieron encerrada mientras terminaba el juicio que precedía al suyo. Se quedo mirando el poco espacio de cielo que podía vislumbrar a través de la pequeña ventana protegida por barrotes. Acerco sus manos a
ellos, sintió el frió contacto del metal contra su mano, de alguna forma eso la reconforto.

Un par de policías aparecieron al cabo de mas o menos una hora, la tomaron uno por cada brazo y la condujeron hasta la sala del juicio, durante el camino pudo ver las miradas de la gente con las que se cruzaba. Unos miraban con asco, otros con indiferencia pero le marcio ver un par de miradas de pena en un par de soldados del ejercito. La sala estaba llena, los nazis quería hacer publicidad de una caso como el suyo, que parecía darles la razón en cuanto a su política. Strauss, Steiner e incluso su jefe Gestapo Muller estaban en la sala, Strauss le guiño un ojo y se paso una mano por el cuello ante la risa de Steiner que siempre estaba dispuesto a reír las supuestas bromas de su superior. Los policías la dejaron ante el banquillo de los acusados, esperando de pie. Roland Freisler apareció ataviado con la toga propia de los jueces, se sentó en su silla en lo alto del tribunal, froto sus manos y pidió al abogado encargado de la acusación que la presentase. Escucho con atención la misma, haciendo muecas de desprecio y asco ante los delitos cometidos por Elfriede, cuando la acusación termino, tomo la palabra.

-Son unos delitos deleznables sin duda, derrotismo, traición, injurias contra nuestro gran Führer, contra nuestros valerosos soldados. Es usted una traidora detestable señora Scholz- dijo mientras la apuntaba con un dedo. Elfriede se mantuvo impasible mientras el juez Freisler continuaba insultándola, este se calentaba cada vez mas, su cara de alimaña se retorcía en extrañas muecas y su calva se perlaba de sudor. Cuando pareció haber terminado, Elfriede tuvo el valor de abrir la boca y provocar al juez.

-Solo en un Estado como este se permitiría tener a un juez como usted, es usted la viva imagen de lo podrida que esta Alemania. - dijo mirándolo fijamente.

¡Como se atreve!, no solo insulta usted a nuestro Führer sino que se atreve a insultar a todo el país y al presidente del tribunal del pueblo. Es mas usted ha confesado ya todos estos crímenes y ahora le suma estos otros. ¡Su asqueroso hermano se no escapo, pero usted no lo hará!- grito furibundo Freisler, mientras en la sala se levantaba un murmullo.

-Ahora que habla de mi hermano, el combatió en la Gran Guerra, usted también combatió pero usted fue hecho prisionero al poco de estar en el frente y lo hicieron prisionero. ¿Levanto usted las manos al ver al primer ruso? ¿Lo abrazo como abrazo luego el comunismo? , primero comunista, ahora ferviente defensor de los nazis, no parece usted un individuo políticamente fiable precisamente y … - le acuso Elfriede.

-¡Cállese! No puede hablar usted sin mi consentimiento. ¡Le exijo que se disculpe! !Ahora mismo!- el rostro de Freisler se puso rojo de furor, algunas carcajadas se elevaron de entre los bancos donde se seguía el juicio. Gestapo Muller reía, detestaba a Freisler como lo hacían la mayoría de altos cargos nazis.

-No pienso disculparme, ante usted ni ante nadie. - contesto firme Elfriede. Freisler dudo un instante, aquella disputa no le gustaba, estaba acostumbrado a intimidar a los acusados y a que la gente se riese de ellos y no de el. Decidió continuar con el juicio.

Strauss y la señora Schulz subieron al estrado a declarar. La señora Schulz repitió lo que le había contado a Strauss, Strauss confirmo que Elfriede habia confesado todos y cada uno de los crímenes. Cuando termino. Freisler volvió a tomar la palabra.

-En vista de los cargos que se le imputan ¿cual es la condena que solicita la acusación?.- pregunto Freisler.

-Pena de muerta, señoría- respondió sin mas aquel abogado.

-El juez tomara una descanso para deliberar.

Dos policías se acercaron a Elfriede mientras duro el receso. El juez Freisler fumo y tomo una copa mientras duro este, no tenia nada que deliberar, era un tranmite que habia que cumplir.


Cuando salio a la sala, todos se pusieron en pie. Freisler se aclaro la voz y clavo sus ojos en Elfriede.

-Yo presidente del tribunal del pueblo alemán, declaro culpable a Elfriede Scholz de los crímenes que se le acusan. El pueblo alemán la condena a morir en la horca. - declaro Freisler, un brillo de alegría se poso en sus ojos al condenar a muerte a Elfriede. Llevaba mas de mil quinientas condenas a muerte.

-Pueden retirar a la acusada- termino.

Los dos policías se acercaron para cogerla, antes de que llegasen logro gritar.

-Algún día mi hermano y otros escritores escribirán sobre estas farsas, sobre estas infamias en nombre del pueblo alemán y ustedes quedaran retratados para siempre como lo que son, unos vulgares asesinos- su voz lleno la sala, los dos policías sorprendidos no sabían si pegarla delante de tanto jerarca nazi importante.

- ¡Hacer que se calle, sacarla del tribunal!- grito Freisler. Uno de los policías la tomo por fin y puso una de sus manos tapándole la boca. Luego la arrastro hasta fuera. Elfriede se calmo y dejo que la condujeran hasta las afueras del tribunal. Cuando salio Strauss la miraba mientra fumaba un cigarro, la miro, ella le devolvió la mirada. Susurro despacio una sola palabra, algo que Strauss no pudo oír pero entendió.

-Pagareis... - Strauss sintió un escalofrió y pensó por primera vez en el precio que habría de pagar por sus actos. Cuando logro recomponerse Elfriede se encontraba ya dentro del camión que debía conducirla de vuelta a la prisión Mientras Strauss volvía junto a Steiner a la central de la Gestapo le daba vueltas a aquella palabra.

Elfriede volvió a su celda de Plöztensee, allí cuando la noche se echo sobre Berlín, las fuerzas que había necesitado para enfrentarse a sus verdugos le abandonaron y las lagrimas mojaron una vez mas aquel destrozado colchón.






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3 comentarios:

mientrasleo dijo...

Buenísimo. Te seguiré leyendo
Un saludo

Karmaya dijo...

Ves...ya puedo comentarlo. Me sigue gustando mucho, por lo que... continuaré esperando otra parte.
Un beso

JineteNocturno dijo...

Gracias a los dos por vuestros comentarios.