Dolor,a solas con el.

Le dolía, no estaba seguro de nada salvo de su dolor, un dolor envuelto en tristeza, un triste dolor por tanto. Comenzaba en el estomago, allí donde se manifiestan tantos sentimientos en los seres humanos, subía por el pecho oprimiéndolo con fuerza, como si  alguien apretase su mano invisible contra el. Continuaba su ascenso por la garganta silenciando las cuerdas vocales, dejándolas inertes, convirtiéndole en un ser silencioso. Trataba de aflorar por los ojos, en forma de lagrimas, permanentemente dispuestas a comenzar una lenta caída por su rostro. El las sujetaba, en el borde, quizás lo hacia por orgullo,o por temor, temor a mostrase débil, tal vez temor al sentimiento que inducia aquel dolor, temor a tener que explicar el motivo de sus lágrimas si las dejaba caer. Temor a la incomprensión de las mismas, o miedo simplemente a sentir algo, algo oculto, algo extraño, algo que habíamos desterrado, algo que no quería sentir o no sabia si quería sentir.

Aquel camino se reproducía una y otra vez, estomago, pecho, garganta, ojos, alimentado por los pensamientos de un cerebro intranquilo. Unos pensamientos en los cuales la duda, el desconocimiento, al ansia por hablarlo, la espera, se hacían insoportables y se repetían constantemente.

Allí seguía el dolor, estomago, pecho, garganta, ojos.

Y el cerebro incansable...






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1 comentarios:

lisara dijo...

Tanto creernos especiales para al final terminar sintiendo lo mismo