Desayuno para tres.

Gracias a la suerte mi cumpleaños siempre cae en fiesta, no es por dar envidia pero es algo cojonudo porque lo puedes celebrar siempre, no importa en que día de la semana caiga, además muchas veces hay puente por lo que también puedes hacer una escapada durante unos días y salir de la rutina. Y eso mismo es lo que habíamos hecho para celebrar mi treinta y ocho cumpleaños escaparnos durante cuatro dias a una cabaña en mitad del campo para relajarnos, dar paseos, hacer una barbacoa o cualquier otra cosa que se nos ocurriese. Viajamos la tarde de antes de mi cumpleaños, que caía en viernes, por lo tanto viajamos el jueves tarde y si, se que esa conclusión la habríais podido sacar vosotros solos, pero es que lo recuerdo y me pongo nervioso. No era un viaje muy largo, algo mas de una hora que transcurrió apaciblemente, sobre todo para mi, que no conducía, conducía mi señora y me dedique a seleccionar la música, tarea harto difícil porque ya se sabe que al conductor hay que tenerlo contento y no distraerlo. Cuando llegamos, el dueño de las cabañas, un tipo calvo y demasiado servicial para mi gusto nos dio las llaves y nos informo de todo, ofreciéndose para traernos o llevarnos o enseñarnos o cualquier cosa que se os ocurra, como he dicho, demasiado servicial o quizás digo esto por la mirada que le echo a las tetas de mi mujer, quizás no, seguro que esa mirada tiene mucho que ver en la ecuanimidad de mi recuerdo sobre el. Me dieron ganas de darle un pescozón y decirle "Esas pechugas son mías", pero me controle, no tengo muy claro que mi mujer no me hubiese devuelto el pescozón por triplicado. Una vez el tipo se despidió, me toco la tarea de meter las maletas, ella conduce yo cargo, esta claro quien es el burro de la pareja, y su maleta pesa mucho, creo que mete piedras debajo para vengarse por las canciones que le pongo en el coche, tengo que revisarla un día a fondo.

Como siempre que llegamos a un sitio nuevo, echamos un vistazo para ver que todo estaba bien y cuando yo pensaba que podía sentarme a fumarme un cigarro en el porche de la cabaña ella me insto a deshacer la maleta y colocar la ropa, no había cigarro de momento.

- Si no la deshaces ahora ya no la deshaces- me dijo, como me conoce la jodia. Y claro me toco colocar toda la ropa, bien doblada y colocada como a ella le gusta.

Cuando terminamos, ambos salimos a fuera, nos sentamos en un sofá que había en el porche de la cabaña a contemplar el paisaje mientras nos fumábamos un cigarro. La cabaña estaba rodeada de montañas verdes y en aquella época se escuchaban los venados en celo.

- ¿Es bonito eh?- le dije.
- Mucho- me contesto sin apartar la mirada de las montañas.
- Casi tanto como tu- repuse yo. Ella me miro y sonrió, luego se giro y me dio un beso.

Luego dimos una vuelta por el recinto, donde había tres cabañas mas, todas ocupadas a juzgar por los coches estacionados en la puerta. De uno de esos coches salia un muchacha bastante bonita cuando pasamos, no saludo amablemente y le devolvimos el saludo, cuando se giro no pude evitar mirarle el culo, un culo muy bien puesto.

- ¿Que miras?- me pregunto mi mujer dandome un codazo.
- ¿Yo nada?- mentí yo.
- Le has mirado el culo.- me dijo en tono de reproche.
- Para nada.- volví a mentir yo.
 - ¿Que pasa te gusta?- ínsitio ella.
- Me gusta mas el tuyo- intente escapar yo.
- No te he preguntado eso, he preguntado que si te gusta el culo de esa chica.
- Joder, ya sabes mis gustos, si.- cedí agachando la cabeza.
- ¿Y porque me mientes?- porque me da palo.
- No pasa nada bobo, pero si la vuelves a mirar, te arranco los ojos. termino ella dandome un palmada en el culo.

Tras regresar a la casa estuvimos un rato viendo una serie de las que traía grabado en un disco duro, luego cenamos y seguimos con una película, yo elegía las series, ella las películas, ese era el pacto. Me toco ver una de terror, que las odio, "Eso me pasa por mirar culos" pensé. Cuando termino la película ella miro el reloj y se me acerco.

- Felicidades cariño- me susurro y me dio un beso seguido de un abrazo que yo devolví. Charlamos un rato y luego nos fuimos a la cama donde yo me pegue a ella y comencé a besar su cuerpo, tenia ganas de celebrar mi cumpleaños devorando su cuerpo, pero no pudo ser, ella me detuvo y me explico que tenia mucho dolor en el cuello y que lo sentía mucho y la perdonase. Yo  no lo voy a negar, estaba cachondo y me jodio, pero trate de entenderla. Al final me quede dormido pegado a ella como casi siempre.


- Despierta cariño, hora de desayunar- fue lo que me dijo, o algo muy similar porque yo estaba totalmente dormido en ese momento, abrí los ojos y la vi de pie al lado de la cama, agachada para susurrarme. Me lamió los labios y eso me despertó un poco pero lo que me despertó de verdad fue lo que paso luego. Ella salio del cuarto y fue hacia la cocina de la cabaña, al volver ya no estaba sola, ella y la chica a la que había mirado el día de antes entraban en la habitación con una bandeja con café, zumo y tostadas con tomate y aceite. En ese momento fue cuando me desperté de golpe mirando de hito en hito a las dos, vestidas con unos camisones de esos que apenas tapan el culo. Se pararon delante de la cama.

- Vamos cielo, colocate para que desayunes.- me pidió mi esposa.
- ¿Pero...?-
- No hay peros, el desayuno es la comida mas importante del día.- me atajo ella. Le dejo la bandeja ala chica, tiro de mi brazo y me incorporo en la cama. Luego la otra chica, que ahora podía ver mejor, de mediana estatura, basante guapa y melena castaña hasta los hombros me puso la bandeja sobre las piernas y se aparto, no sin que mis ojos se fijasen en su escote cuando se agacho durante el proceso.

- Vamos come- insistió mi mujer. Mientras se ponía a los pies de la cama con la invitada. Yo le di un torpe sorbo al zumo mientras mi vista se empapaba con la visión de aquellos dos bellezones, porque no se vayan a pensar que mi mujer no esta buena, lo esta y mucho y tiene también un culo de esos que dan ganas de comerselos cada día y además me aguanta y me quiere, casi perfecta vaya. A lo que ibamos, tras dar otro sorbo al zumo intente apartar la bandeja.

- Me gustaría mas comer otra cosa- dije mientras lo intentaba.
- De eso nada, tienes que terminarte el desayuno, todo.- me contesto ella. Yo retome la bandeja y mordí una de las tostadas mientras las miraba y allí fue cuando la cosa se puso difícil. Yo en esos momentos ya estaba muy cachondo pero cuando mi esposa y la otra chica comenzaron a besarse mi polla parecía querer salirse de los pantalones, intentar comer con la polla así y con esa visión delante vuestra, os aseguro que no es fácil y mas cuando la cosa se pone mas tensa aun y ellas comenzaron a besarse por todo el cuerpo a acariciarse mirandome fijamente , a desnudarse lentamente una al a otra delante mia. Con deciros que cuando vi a mi señora esposa agarrar los pechos de la chica y morder uno de ellos se me callo un trozo de tostada en el café. Mi señora estuvo un buen rato disfrutando de los pechos de la chica de vez en cuando me miraba con unos ojos que delataban vicio, morbo y perversion a raudales. Luego la otra chica comenzo a comerse sus pechos y la escuche gemir como antes lo había hecho la otra y mientras yo comía lo mas deprisa que podía notando como mi polla latía con fuerza dentro de mi pijama.

Mi mujer me miro y vio que ya casi había terminado.
- Buen chico- dijo acercandose, me aparto la bandeja y se echo sobre mi para besarme, note que la otra chica se acercaba y también se ponía de rodillas en la cama. Cuando mi mujer termino de besarme la otra chica se acerco.

- Soy Carla y soy tu regalo de cumpleaños- dijo con una voz ronca de excitacion. No me dejo responder ya que me beso a su vez, ambas empezaron a besarme, besarse, morder mi cuello, mis orejas, yo estire ambas manos para acariciar los pechos de cada uno. Luego fueron bajando por mi pecho deteniéndose cada uno en uno de mis pezones para chuparlos y morderlos. Y no se detuvieron ahi, siguieron bajando, note sus manos tocando mi polla por encima del pijama, yo gemí de placer y de ansia por tener sus bocas sobre mi pene. Mi mujer aparto mi pijama y lo acaricio, yo las miraba hacer jadeando de deseo. No tardo en agarrar mi pene y en acercarlo a la boca de Carla que se lo metió en la boca y empezó a mamarlo, volví a gemir al contacto con su boca que subía y bajaba por toda la longitud de mi polla mientras mi esposa me acariciaba y lamia los huevos. Se besaron y cambiaron los papeles, ahora mi esposa la tenia en la boca y Carla me comía los huevos. Ver aquello, dos mujeres devorando mi sexo, ver como brillaba con la unión de sus dos salivas, como se besaban y miraban mientras lo hacían no se me olvidara nunca.

Yo había cerrado los ojos unos momentos para concentrarme mas aun en la increíble sensación de placer que sentía en aquellos instantes cuando note movimiento. Ambas tiraron de mis piernas. Mi mujer se coloco sobre mi polla y se la metió de un solo golpe dentro suya mientras que Carla puso su coño en mi cara y comenzo a moverlo sobre mi boca. Mi mujer me puso una mano en el culo de Carla y otro en el suyo. Me inundo el sabor de Carla algo distinto al de mi esposa y el calor del coño de mi esposa envolviendo mi verga. Ahora la cabaña era una sucesión de gemidos de placer, yo gemía, mi esposa gemía y Carla gemía. Note como Carla se corrió sobre mi cara y eso debio  de excitar a mi esposa que se corrió un poco después, yo estaba también apunto cuando mi esposa se levando de encima mía y Carla hizo lo mismo, ambas se pusieron ante la cama de rodillas.

- Ven correte sobre nosotras- pidio mi esposa. Yo me acerque y dudando pregunte.
- ¿Donde?-
- Donde a ti mas te gusta, en nuestas bocas y caras.- me contesto ella y tras escuchar aquello no tarde mucho en correrme, aquello me excitaba sobre manera y ella lo sabia, decirmelo era un resorte para que me corriera y entre gemidos de placer el orgasmo subio por mi polla y el esperma comenzo a brotar de la misma cayendo sobre cara y sus bocas. Cuando termine estaba sudoroso y tembloroso, el orgasmo había sido fortísimo, primero mi mujer y luego Carla se la volvieron a meter en la boca para limpiarla y para rematar se besaron mezclando mi semen en sus bocas. Cuando se levantaron me susurraron "Gracias" cada una en una oreja y luego fueron a limpiarse. Lo de las gracias y besarse con mi esperma eran perversiones que mi mujer conocía así que deduje que conocía a Carla de mas tiempo. Pero como se habían conocido no me lo explicaron hasta la noche. Después de eso tomamos un café con Carla que además de muy caliente resulto ser una chica divertida y simpática.

Cuando Carla se fue, mi esposa me miro se me acerco, me cogió la polla con una mano y me dijo.

- Ahora solo para mi.- Y ya había vuelto a lograr que me empalmara.

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