Un mundo Oscuro, Presentaciones.

El coche se detuvo bruscamente ante la multitud de curiosos que se agolpaba frente a aquella nave abandonada. Tres o cuatro policías de uniforme se afanaban tratando de apartar a la gente de allí, sin mucho resultado. Del vehículo, un 407 blanco, bajaron dos hombres. El primero, salio del asiento del acompañante, alto, desgarbado. Vistiendo gafas de sol oscuras, gabardina gris y lo que parecían ser unos zapatos gastados pasados de moda, miro a su alrededor tras bajar del coche y musito algo para si mismo. En su rostro podía verse una barba de tres o cuatro días circundando una boca de labios firmes, una boca que no estaba hecha para sonreír. Se paso una mano por el pelo castaño, fino, descuidado e hizo una señal con la cabeza a su compañero. Este cerro el coche con el mando a distancia y camino hacia el grupo de gente reticente a apartarse del lugar. El segundo hombre, no era tan alto como su compañero, era unos diez centímetros mas bajo, pero mas robusto, vestía vaqueros gastados junto a unas botas marrones inmaculadas. Se protegía del frió con una cazadora de cuero que tintineaba a cada paso. A diferencia de su compañero, se quito las gafas de sol de los ojos, poniéndoselas en la cabeza, sobre un pelo corto, negro y abundante. Volviendo a sus ojos estos eran de un color marrón oscuro, mas bien pequeños. Llevaba finas y largas patillas y una perilla perfectamente recortada. Poseía unas facciones que la mayoría de las mujeres juzgarían como atractivas. Era a simple vista diez o doce años mas joven que su acompañante.


Mostraron su placa para pasar por la zona acordonada. Un policía levanto la cinta para permitirles un paso mas fácil bajo la cinta amarilla. El de la gabardina se detuvo, con una voz grave, se dirigió al uniformado que sostenía la cinta:

- Acordonen la zona a cien metros de aquí, quiero a esa gente lejos, si alguno se cuela, periodista o civil, lo empapeláis  ¿estamos?- dijo en un tono que no daba opción a replica. Lanzo una mirada de disgusto al ver a un docena de periodistas haciendo fotos y preguntando a la gente. - Y hacerlo rápido- terminó-. El policía asintio y fue a cumplir las ordenes. Los dos hombres caminaron hacia un grupo de hombres y mujeres que se hallaban cerca de una de las paredes de la nave. Sortearon un par de charcos que la lluvia había caída algo mas temprano había dejado en aquella superficie de tierra.  Uno de los hombres que había en el grupo camino hacia ellos. El mas joven le tendió una mano.

- Buenas, Lorenzo- saludó con un apretón firme. -¿Esta mejor tu mujer?- preguntó a continuación. Lorenzo asintió.
- Hola, Marquez- respondió, luego miro al otro y le estrecho también la mano. - Hola Camacho. 
- Hola, Lorenzo, ¿otra?- pregunto Camacho señalando con la cabeza al grupo de forenses, ayudantes y policías de la científica. 
- Todo indica a que si, todo encaja. - contestó Lorenzo.
- Mierda- intervino Marquez.
- Lo es- convino Lorenzo. 

Camacho avanzo hasta el resto de policías, cogió unos guantes de plástico de una de las bolsas de los forenses, se lo puso con habilidad y se aproximo a la pared. Tendida junto a la misma pudo ver a una mujer joven, de veinticinco años o poco mas. Yacia desnuda a excepción de un jersey que apenas tapaba uno de sus brazos, a un metro de ella pudo ver una chaqueta y un pantalón. Un tipo grueso se afanaba junto a una mujer en el cuerpo, examinándolo y tomando muestras. Camacho se acacho junto a ellos.

- ¿Puedo?- pregunto Camacho, el tipo grueso giro la cara dejando ver un rostro cetrino en los que destacaban unos grandes ojos de sapo.
- Claro, Camacho- contesto el hombre apartándose para dejar sitio a Camacho. La chica se levanto. Camacho examino el cuerpo. Tenia un moratón grande en uno de los ojos, los labios hinchados y una serie de cortes en el cuerpo. Observo con detalle los cortes, finos, hechos con escalpelo según dijeron los forenses, como en las anteriores victimas. Dos cortes en cada mejilla, dos en cada pecho, dos en cada muslo. Camacho levanto la vista y dejo vagar al mirada.

-¿No la mato aquí verdad?- inquirió
-No- afirmo el forense.

Camacho asintió con la cabeza y se levanto, se quito los guantes y los guardo en la gabardina, miro a su compañero hablar con la mujer forense. Lo llamo y este le dijo que esperase, el no se detuvo y camino hacia el coche. 


Unas manos hábiles metieron las prendas de ropa en diferentes bolsas, sello las mismas y les pego una etiqueta. Escribió con una letra clara  "Angela 14/9/2009". Repitió el proceso en la otra bolsa. Luego las cogió y las llevo hasta un armario de madera cerrado con llave. Rebusco en su bolsillo, saco una pequeña llave, abrió el armario y deposito con sumo cuidado las bolsas en su interior. Volvió a cerrar el armario. Salio del cuarto cerrandolo también con llave, bajo unas escaleras y se acomodo en un sofá delante de un televisor apagado. Encendió un cigarro y se sumergió en sus pensamientos.















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1 comentarios:

lisara dijo...

que mal rollo...