El musgo empezaba a cubir sus alas..

El musgo empezaba a cubrir su alas, ya maduras, algo cansadas, con su manto verde, su humilde y fresca belleza.
 Habia intentando sacudírselo, quitarse aquel lastre desde que lo noto por primera vez,
 como se sacude un perro el agua cuando es forzado a bañarse, impaciente, ansioso, asustado.
Se miro en el espejo y recordó cuando había notado aquel peso por primera vez, aquella sombra
 aquel falso verde.

Sabia que había sido un proceso pero también sabia cuando comenzó. El rostro de su abuela
se aposento en su mente, la persona que la crió, marco su infancia, le enseño los primeros pasos
en su vida y también la que el enseño la irremediabilidad del fin
Sabia que las semillas anidaron el momento en el que la vio desaparecer entre aquellas cuatro paredes, "va al cielo" la consoló su madre. Con ella se había ido la primera gota de inocencia.
Volvió a mirarse al espejo, se fijo en las arrugas que proliferaban, en la oscuridad de sus ojeras que remarcaban sus ojos marrones, tristes, demasiado tristes.
Un escalofrió le recorrió el cuerpo, se froto los brazos desnudos. Temerosa volvió a mirarse al espejo, consciente ahora del peso de la vida, una consciencia brutal, feroz, que la hizo palidecer.

De pronto su vida comenzó a pasar ante sus ojos, su feliz infancia hasta que su abuela se fué, las primeras decepciones
con los amigos, los inocentes primeros amores fallidos, los primeros fracasos en la escuela o en el trabajo, cientos
de recuerdos uno tras otra pera terminar recordando a su ex marido.

Le entraron ganas de llorar y un par de lagrimas descendieron por sus mejillas, apretó los puños con fuerza, rabiosa, rabiosa por su incapacidad para aceptarlos, para superarlos.

Se obligo a mirarse otra vez al espejo, quería forzarse a recordar algo bonito, le costaba,
aquella incapacidad la frustraba.

Oyó unos leves pasos en el pasillo, se limpio rápidamente el rostro, vio la puerta abrirse, su hija
entro sonriente y la abrazo. Ella la estrecho con fuerza, la miro lentamente, después volvió a apretarla contra si. Su hija salio como había entrado, como un vendaval pero algo quedo en el ambiente.

"Brilla" pensó para si misma, "Mi hija brilla como yo lo hacia a su edad", sin miedo, llenándolo todo con su presencia.

Entonces comprendió que ella no podía ser una de las causas por las que la luz de su hija, sus alas, empezaran a apagarse. Su abuela volvió a su mente, sonriente, "mi abuela siempre sonreía" recordó, sin miedo, mi abuela nunca tuvo miedo a brillar y nada le impidió valor.

Aquel recuerdo y su comprensión la hicieron sonreír, se echo un ultimo vistazo al espejo,
observo su sonrisa y por primera vez sintió ese peso desaparecer y noto como aquel musgo, bonito quizás, pero que ocultaba su autentico yo comenzaba desaparecía.

Disfrutando de aquella sensación de libertad, salio de su cuarto en busca de su hija, hoy volarían juntas.





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1 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta mucho