Historia de un primer beso de amor.



Segunda colaboracion en mi blog, muchas gracias por los textos, las fotos las elegi yo

A veces me imagino tu pelo negro, lacio, largo y sedoso pasando entre mis dedos dejándose caer, como el agua de un manantial cae sobre rocas suaves y curvadas como cae tu pelo sobre tu cuello. Lo toco, apoyo mi barbilla en tu hombro para estar

más cerca de él y si tú me abrazas el mundo se detiene en una impecable armonía, todo se me olvida, solamente quiero estar así de por vida.

Ahora bajo la mirada, y en una expresión de gozo, con tu aroma me encuentro, en un irreal sueño me hallo, tú me acaricias, yo me empiezo a hinchar, mi pecho va a estallar, la sangre eleva su ritmo, pero yo no me empiezo a cansar. Me encuentro como un globo a punto de reventar y como una ardiente llamarada se abre paso en mis sentidos ¡unas ganas de besar!. Tu cuello frente a mis labios, mi nariz que acaricia a tu cara, me tiembla todo el cuerpo y te empiezo a besar. No encuentro sabor alguno, pero tu cuello me parece el sabor más dulce que halla probado jamás. Te ríes, dudo, y tú no te quedas satisfecha. Mirada inquieta

nte, agónica aproximación, vacilante te espero y directa a mi lengua vas. Tú y yo en ese momento, no hay nada más. Tu lengua y la mía juntas se prolongan y parece que nuestras mentes en un sólo cuerpo se hallan contenidas. Tu lengua en constante movimiento sobre la mía, tu pecho aplastado junto al mío, nuestros sexos encontrados, mis manos agarrando una cintura que se me hace eterna... pero ésto se

acaba, la lengua empiezo a retirar, los labios como parte final, una frenética sensación de ternura me hace cerrar los labios y como ventosa en tu boca me se

paro ya.

Ya puedo abrir los ojos,

no era un sueño, sigues ahí, a escasos milímetros de mí, puedo ver hasta el último reflejo de tus ojos. Ya puedo pensar, pero mi estado de excitación no me deja hablar. ¿Ahora qué le digo?, no hace falta hablar, yo me abrazo con fuerza a ella, y ella, como a un desamparado niño, me deja reposar y me recoge en sus brazos. Me tengo que ir. No puede ser verdad. La llevaré siempre adentro, y esperaré a que se vuelva a hacer realidad. Pero fatídicamente no es más que un recuerdo ya...


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