Carrusel

La observo mientras ella buscaba algo en su bolso, realmente estaba preciosa aquella noche, sus ojos brillaban cada vez que sonreía, observo la fina piel de sus hombros descubiertos y coronados por los finos tirantes de su vestido azul, observo su pelo caer sobre su espalda y su cuello, nunca se cansaba de mirarla.

Ella pareció encontrar lo que buscaba en su bolso y levanto la cabeza para mirarlo.

-¿Que hacemos ahora?- el bajo levemente la vista hacia sus manos, siempre las movía al hablar. La miro durante unos segundos mientras formaba una sonrisa.
-¿Que? ¿Que pasa?- volvió a preguntar ella
-¡Sorpresa!- respondió el , levantandose de la silla.

Cogió su chaqueta de cuero, y se la puso, ella lo miraba atónita, el se acerco a su silla y cogió su abrigo, le tendió una mano para ayudarla a levantarse y le coloco el abrigo, aprovecho la circunstancia para darle un beso en la mejilla. Cogió su mano y se dirigieron a la salida del local. Le dijeron adiós a los dueños del restaurante y salieron a la calle. La noche era fría y ella se arrebujo en su abrigo.

-¡Vamos!- le apremio el.
-¿Pero adonde?- repuso ella.
- ¿Sabes que si te lo dijese dejaría de ser una sorpresa?- respondió el con sorna.

Ella le lanzo un leve manotazo, el sonrió y tiro de ella para que echase a andar.Caminaron durante unos minutos a paso vivo.

-¡Hace Frio!- se quejo ella apretándose contra el. El disfruto del contacto, y le rodeo la cintura con un brazo.
- A mi me gusta el frio, hace que te pegues a mi.- respondió el, ella lo miro haciéndose la ofendida y trato de separarse, el la asió con algo  mas de fuerza para que no se separase y bajo a su boca para besarla.
¿Encima que te doy mi calor, te quieres separar?, que te gusta quejarte- continuo el, ella no puedo reprimir una carcajada.

Continuaron su camino, se cruzaron con otras parejas y grupos de gente en busca de algún pub donde pasar la noche, aunque ellos no les prestaron atención. Hablaron de algunas cosas sin importancia y se lanzaron bromas el uno al otro.

-No me dices donde vamos, me haces pasar frio, me llevas con la lengua fuera para ir no se donde. ¡Me acabare cayendo con los tacones!, voy a tener que pensarme lo de aceptar tus citas. - le sonrió ella.
- Igualito que una vieja, es mas, mi abuela con todos sus achaques se quejaba menos- le saco la lengua el, ahora le toco reírse a el y su risa grave inundo la noche.

El notaba su corazón latir mas fuerte, se acercaban al sitio y la emoción se apoderaba de el, el retuvo el paso mientras se acercaban a la bocacalle que daba a la plaza, saboreando el instante.
Salieron a la plaza y alli estaba, es cierto que por la noche, no destacaba mucho, pero eso a ella no le importo. Sus ojos se abrieron de par en par al verlo, le miro y se desasió de el para acercarse.

Allí estaba en medio de la plaza, un antiguo carrusel, nada que ver con las atracciones de ahora, sus formas de otro siglo se encontraban algo fuera de lugar entre tanta modernidad pero ella seguía mirándolo, acercándose lentamente, mientras los recuerdos se agolpaban en su cabeza. Recuerdos de ferias pasadas en el pueblo, de risas montada en el carrusel junto a su hermana, con sus padres mirando mientras saboreaban un helado, los recuerdos trajeron consigo alguna lágrima. Ella llego a la valla que separaba el carrusel, el se acerco por su espalda y ella se giro al oírlo.

-Eres un.... - las palabras no le salieron.
-No te atreves a subirte- le desafió el.

Ella le respondió con una sonrisa, se quito los zapatos para saltar la valla, llego al carrusel y se monto en unos de los arboles.

- ¡Vamos Miedica!- le grito ella riendo.

Espera, el alzo una mano, y un hombre apareció,salio de detrás del carrusel, ella la miro y miro a su novio sin comprender nada. El hombre se dirigió a una caseta momentos después las luces del carrusel se encendieron iluminando la noche y los caballos comenzaron a girar. El salto la valla y corrió hasta el carrusel, observo su sonrisa le miro fijamente a los ojos brillantes por la alegría y las las lágrimas reprimidas.

¿Señorita me deja que lo acompañe?- dijo con una reverencia.
- Desde luego eres un..- No la dejo terminar y la beso largamente mientras se subía en el caballito de al lado, ambos tenían que recoger las piernas para no dar en el suelo con ellas y sabían que la repentina luz en el carrusel llamaría la atención de mucha gente, pero no les importaba.

Al pasar junto al operario el le hizo un gesto con la cabeza, el operario sonrió mientras le daba una calada a su cigarro.



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1 comentarios:

Ana dijo...

Muy chulo el tandem que habeis hecho. Dos historias completamente distintas.

un beso.