Cuento...

Era una niña rara, bueno rara no, que tiene malas connotaciones y no era rara en el sentido que habitualmente se le da a la palabra. Podría decir que era una criaja peculiar pero todos los críos lo son si te paras a mirarlos con tiempo y extraña no es la palabra porque todos lo somos. Así que diré y pensareis que exagero, que era una niña especial, pero no exagero, para mi lo era y yo soy el que cuenta parte de su historia, por lo tanto puedo llamarla así, aunque en verdad no se porque lo era, no se que tenia para hacerla distinta pero destacaba en cualquier grupo de niños, era imposible no fijarse en ella. Era una niña bonita, mucho, siempre sonriente, muy activa, quizás demasiado ya que debería ser agotador seguir su ritmo un día entero, si a eso le sumamos que hablaba muchísimo y preguntaba interesándose por todo pues no seria raro terminar hasta las narices de la niña. Pero sus sonrisas, sus irreverentes salidas, su porque no decirlo descarada insolencia impropia de una jovencita de poco mas de cinco años, su risa contagiosa, lo cariñosa que era y su facilidad para hacerse querer suplían con creces todo cansancio que pudiera surgir de sus otros "defectos". 


Lo curiosa que era fue la que la llevo a adentrarse en el bosque donde se desarrolla la historia, historia que tras esta breve introducción por mi parte y no exenta de admiración por ella, comienzo a relatar.

Se habían detenido en una estación de servicio de esas que cuentan también con zona de descanso, cafetería, lavabos mas o menos limpios, tienda de recuerdos a precios disparatados y todo lo que uno puede desear pero no necesitar durante un viaje largo. Como digo se habían detenido a descansar y repostar gasolina a mitad de camino de su lugar de vacaciones de aquel verano incipiente. La gasolinera estaba situada en mitad de unos enormes bosques y estos bosques en mitad de unas grandes montañas. Habían decidido comer algo en la terraza del bar-cafetería de la estación de servicio. La niña había comido deprisa como era habitual y correteaba de aquí para allá por el recinto de la terraza. Sus padres la vigilaban, conscientes de su mezcla de curiosidad y despiste. Y fue esa mezcla la que propicio el encuentro que tengo que relatar, la madre fue a pagar las comidas y el padre decidió ir al baño tras echarle un ultimo vistazo a la niña que en ese momento daba vueltas sin saberse muy bien el motivo a una mesa vacía. En ese mismo momento la cría vio algo al otro lado de la valla que delimitaba la estación de servicio del bosque, abrió la boca sorprendida, nunca había visto un ciervo en la vida real, solo en la película Bambi y en otros cuentos. El ciervo era imponente, estaba erguido mirando a la cría , su enorme cornamenta le daba un aspecto de rey. El ciervo se giro y ella corrió a la valla, mirando como se alejaba despacio, sin prisa, altanero. El ciervo se giro una ultima vez para mirar a la niña y ella no se pudo resistir, vio que por debajo de la valla de alambre había un agujero por donde podía pasar su menudo cuerpo y no se lo pensó, se arrastro por el suelo y cruzo al otro lado en pos del enorme ciervo. 

Cruzo el pequeño claro con sus zancadas cortas y se adentro en el bosque, mientras corría se reía y llamaba al ciervo.

-¡ Ciervito!- el diminutivo teniendo en cuenta el tamaño de aquel animal, resultaba bastante cómico. El ciervo en vez de detenerse acelero el paso adentrándose cada vez mas en el bosque, ella lo seguía como podía, gritándole y alejándose cada vez mas de la gasolinera. El bosque se hacia mas profundo y denso, pero ella solo tenia ojos para su ciervo. Pasados unos minutos el ciervo se detuvo a la orilla de un riachuelo y comenzó a beber, la pequeña se tumbo a su lado jadeando y metió una mano en el agua, estaba fría y retiro la mano estremeciéndose, pero tenia sed así que comenzó a beber juntando sus pequeñas manos y llevándoselas a la boca, los dientes le dolieron pero le gusto beber del riachuelo. El ciervo termino de beber y comenzó a caminar despacio.

-¿Donde va, ciervito?- pregunto ella, el ciervo siguió caminando hasta que se tumbo debajo de un enorme árbol. Ella lo siguió y se sentó a su lado y comenzó a acariciarlo. El ciervo se fue adormeciendo y la cría no tardo en hacerlo tras llamarlo un par de veces y que el animal no moviera ni las orejas. Un estremecimiento en el suelo, los despertó, el ciervo alzo las orejas, se levando en un instante y comenzó a correr, dejando a la pequeña sola. 

¿Ciervito?- pregunto ella cuando empezó a darse cuenta de que el ciervo no volvía. El suelo seguía estremeciéndose y ella comenzó  a asustarse, no quería llorar pero en la cara asomo la sombra de un puchero. El ruido se acercaba y el suelo temblaba cada vez mas, decidió esconderse tras unos arbustos coronados con flores rojas. Su curiosidad la hizo buscar un hueco entre las flores donde poder mirar el resto del bosque. 

Pronto se percato de que el ruido estaba ya prácticamente a su lado y comenzó a ver una gran sombra, se achico un poco en su escondite pero siguió mirando, la sombra dejo paso primero a un gran pie que cuando tocaba tierra hacia que todo temblase, al piel se seguía una pierna peluda, de color gris, alzo la mirada y miro aquello...si con el ciervo había abierto la boca con aquello quedo perpleja, siempre le habían dicho que aquellos bichos, su padre los llamaba bichos cuando le contaba cuentos, no existían, pero ella tenia ante si, a un gigantesco trol. Sin duda era un trol, grande, feo, peludo y ademas daba miedo, como en los cuentos de papa. 

El trol se acerco al riachuelo se agacho y bebió, hacia unos ruidos extraños mientras lo hacia. La pequeña seguia mirandolo. Cuando el trol termino de beber se irguió y ....se rasco el trasero. Al verlo la niña no puedo evitar lanzar una risa, el trol se giro con un bufido, ella se tapo la boca con una mano y se escondió todo lo que pudo entre los arbustos. El trol escucho el ruido que hacia la pequeña al tratar de esconderse y se aproximo hacia el ruido, aparto los arbustos con sus enormes manos y metió la cabeza entre ellos husmeando. De pronto sus ojos se encontraron:

AHHHHHHHHHH- grito la niña cerrando los ojos.

OHHHHHHHHH- grito el trol cayendo de culo.

El trol se avergonzó de haberse asustado y lanzo un enorme rugido. Se levanto y avanzo hacia la niña, la encontró hecho un ovillo, llorando, asustada, se paro ante ella contrariado, nunca se había encontrado con una niña, humanos si, cazadores sobre todo, pero no con una pequeña llorosa. Por fin puso una de sus manos sobre ella, la mano era casi tan grande como ella. Con toda la delicadeza que pudo le dio un pequeño  empujoncito. 

-Eh, no llores, no pasa nada- le dijo. La niña siguió llorando.
- Vamos, vamos, no quería asustarte- siguió el. Ella alzo la cabeza despacio y lo miro, tenia los grandes ojos castañas rojos por las lagrimas.
-¡No me comas!- pidió ella. El la miro extrañado, el nunca se había comido un humano.
- No te voy a comer- le tranquilizo el.
-¡Los trols coméis niños!- negó ella incrédula.
-¿Quien te ha contando cosa semejante?- pregunto el entre sorprendido e indignado.
- Lo dicen los cuentos de mi papa- contesto ella.
- Ah, los cuentos.... bueno yo no como niños, me repetís.- dijo el tratando de hacer una broma.
-¿Os repetimos?- pregunto ella sin entender la broma.
- Nada, nada, que no como niños- repitió el.
-¿Seguro?- pregunto desconfiada.
- Lo juro y ahora sal de ahí- dijo el.

Ella dudo un instante pero se incorporo, al hacerlo se dio cuenta de que le dolía la rodilla derecha, se miro y se vio un par de arañazos, amenazo con llorar otra vez pero el trol vio los arañazos y se adelanto.

-No son nada, los lavaremos en el rió, sígueme.- la niño siguió al trol hasta el riachuelo, aun vacilante. Llegaron a la orilla y ella alzo la pierna dispuesta a que el trol la curase. El trol miro la pierna, dudo un momento y por fin metió su enorme mano en el agua. En su mano cabía una cantidad increíble de agua, derramo el agua sobre la pierna de la muchacha, de golpe, sin cuidado.

-Bruto- le dijo ella viendo como le había empapado calcetines y zapato. -Debes tener mas cuidado, mira como me has puesto.- continuo ella.  
- Yo....esto..perdona..-dijo el , miro a su alrededor y arranco una hoja de un arbol, la mojo en el agua y la paso por los arañazos de la pequeña.
- Mucho mejor- aprobó la criaja esta vez. El trol la miro y se encontró con la sonrisa de la pequeña y se contento con menear la cabeza.
-Ahora tienes que soplar- dijo ella mandona.
-¿Soplar?, ¿El que?- pregunto el.
- La herida, así no escuece tanto- respondió ella.
-Ah...- acerco la boca a la herida y soplo unas cuantas veces hasta que ella dijo.
- Ya esta, gracias señor trol- y se acerco a la cara de el y le planto un beso entre su espesa barba. El se quedo sin saber que hacer, visiblemente azorado.

El trol le tendió la mano y caminaron hasta un claro del bosque, allí el le pregunto.

¿Niña y tus padres?- la reacción de la cría fue poner cara de haberse acordado de algo, luego puso cara de susto y por ultimo se puso a llorar. El trol puso su mano en la cabeza de ella.

-Vamos, vamos, yo te llevare donde estén tus padres. - la tranquilizo el.
- ¡Pero no se donde estoy!- respondió ella entre lagrimas. 
- Bueno yo se donde estamos, solo necesito saber donde estabas. y te llevare allí- siguió el tranquilizándolo.
- ¿Puedes? -pregunto ella esperanzada. 
-Claro, ¿donde estabas antes de meterte en el bosque?- volvió a preguntar el.
-Pu..es...habíamos parado a comer...yo comí huevos con patatas fritas que me gustan mucho y mama me dejo tomar refresco de naranja, que también me encanta  y de postre me tome un helado de chocolate...- contó ella.
- Buena elección pequeña, pero ¿donde comiste?. le corto el .
- En una gasolineria grande.- contesto ella por fin.
- Se dice gasolinera. . le corrigió el.
- ¡He dicho eso, Gasolinearia!- repuso ella. El la miro y por primera vez sonrió.
- ¡Sabes sonreír!- grito ella. El se azoro y miro a otro lado.
- Venga pequeña, te llevare con tus padres y te cargare a hombros.- 
- ¡Yuju!- grito la niña, mientras el trol la cogía y la ponía sobre sus hombros. Luego comenzó a caminar haciendo estremecer al suelo. La niña nunca había ido tan alto , el trol debía medir dos metros y medio y veía todo muy pequeño desde allá arriba, podía rozar las hojas de los arboles hasta ese momentos inalcanzables, pudo ver los nidos con los pájaros alimentando a sus crías. 

-Tu ves todo desde muy alto, señor trol - dijo ella sonriente.
- Y ahora tu también- contesto el.
- Me gustaría ser tan alta como tu- afirmo ella.
- Bueno te darías golpes en la cabeza, no todo es bueno. - contesto el, ella frunció el ceño y comenzó a rebuscar entre los pelos de la cabeza del trol.
- ¡Yo no te veo chichones!- dijo ella fingiendo estar enfurruñada, el trol no pudo evitar sonreír otra vez.
- ¡Has vuelto a sonreír!- grito ella en su oreja -!Se te arrugan las orejas cuando lo haces! y ... ¡Cuanto pelo tienes en las orejas!-. La sonrisa del trol dejo paso a una grave carcajada, ella rió a su vez .
- ¡Que risa tienes!, ¡Es genial!, deberías reír mas, - le dijo ella.
- Bueno no me rio habitualmente, pero tu me haces gracia pequeñaja- repuso mientras sorteaba un árbol caído en el suelo. 
-¿Y eso?- pregunto ella, pero al momento se arrepintió, el rostro de el se había ensombrecido. Los trols habían reído en tiempos, cuando el ser humano no había llegado a sus dominios, eran muy bromistas entre ellos y se carcajeaban con poco. Pero el era el ultimo de los trols de aquel bosque, de hecho los humanos los daban por extintos. Antiguamente los trols eran el trofeo de caza mas preciado de la zona, ademas se los cazaba con la excusa de que se comían a los niños, robaban o destrozaban cosechas. Había visto poco a poco desaparecer a su pueblo y también había visto desaparecer sus ganas de reír. La pregunta de la niña le había recordado su soledad, acrecentada por el espanto que producía en los demás seres del bosque.

-¿Estas bien señor trol?- se atrevió a preguntar ella por fin.
- Si, si , trataba de recordar el camino pequeña- le mintió el.
- Estamos llegando.- dijo el.- lo ultimo tendrás que hacerlo sola , pero yo te vigilare desde el bosque.
- Vale- repuso ella, luego se percato de que su voz sonaba triste.- me da pena dejarte señor Trol, has sido bueno-. El no estaba acostumbrado a oír algo así desde hacia muchísimos años y se emociono, trato de que no se le notase. 
- Tienes que volver con tus padres, estarán preocupados- le dijo el . La dejo en el suelo y le indico la dirección donde debía caminar, no podía acercase mas o podrían atacarlo, los humamos no eran comprensivos, eso lo sabia desde hace mucho. Ella se acerco y lo abrazo tendiendole sus cortos brazo, luego la beso.

-Pequeña, tengo que pedirte algo- dijo el .
- ¿El que?- pregunto ella ansiosa.
- No puedes contarle a nadie que me has visto, debe ser nuestro secreto- le pidió el.
-¿Porque?- volvió a preguntar ella.
- Bueno, si saben que estoy aquí, querrán cazarme.
- ¡No les dejare!, ¡Eres bueno!- se enfado ella.
- Pero no todos los humanos son como tu, pequeña.- explico, - Prometelo- Ella dudo, pero asintió.

- Adiós pequeña- dijo el.
- Adiós señor Trol bueno. se despidió ella.

El la contemplo alejarse siguiendo sus cortos pasos, en una ocasión ella se tropezó y el avanzo un par de pasos hasta que la vio levantarse de nuevo. Ella le saludaba cada pocos metros, alzando su mano y sonriendo. Por ultimo se perdió entre los arboles. Miro hacia donde la pequeña había desaparecido durante un largo rato, apenas la había conocido pero la echaba de menos. Por ultimo se volvió a adentrar en el bosque.

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1 comentarios:

lisara dijo...

oooooooooohhhhhhhhhhh!! que supermegahiperbonito!! me enternezco toda!! :)