Empotrada , Primera Parte
Paseamos aquella tarde por Mérida, por el caso antiguo,
disfrutando de la tranquilidad de sus calles. Caminando sin prisa, charlando un
poco de todo, un poco de nada, riéndonos, miradas y sonrisas cómplices,
resumiendo, disfrutando cada uno de la compañía del otro.
Paramos en una terraza cercana a la plaza mayor, pedimos un
vino de la zona, un Payva, vino que los dos nos gusta mucho acompañado por una
tapa. Seguimos nuestra conversación, hablando de amigos, familia y de algún que
otro personaje que cruzaba. Tomamos un par de copas más y con las que nos
pusieron nos dimos por cenados, así que emprendimos el camino de regreso al apartahotel
que teníamos alquilado, sintiendo el frescor que la humedad del Tajo provoca
esos días del año.
No estaba muy lejos así que en unos minutos habíamos llegado,
abrí la puerta con la llave y la deje pasar. Comenzamos a subir las escaleras,
ella delante balanceando su magnífico culo tapado por una falda y unos leggins.
Además, llevaba unas botas de tacón fino y una cazadora de cuero, resumiendo
iba muy sexy y entre esa ropa y el citado balanceo de sus nalgas ante sus ojos,
no pude reprimirme y metí la mano bajo su falda. Ella se rio y me aparto la
mano varias veces mientras seguíamos subiendo las escaleras.
Cuando llegamos al rellano del segundo piso, donde teníamos nuestro
apartamento, la empuje contra la pared y la bese, mordiendo sus labios y chupándolos,
tan tiernos, tan jugosos. Luego la agarre y le di la vuelta, metí mi mano bajo
su falda y puse mis dedos sobre su coño. A pesar delas bragas y los leggins
pude notar la humedad que brotaba de su interior. Mi polla se puso dura contra
su culo, ella giro la cabeza demandando otro de mis besos. Yo tire de los
lleggins hacia abajo y apartando el tanga metí mis dedos en su vagina, ella soltó
un gemido ahogado por mis besos.
- ¿De quién eres? - le pregunte.
- Tuya. - jadeo.
- Buena chica. - respondí, metiendo con más fuerza mis
dedos, ella soltó un gritito. La puerta del apartamento de al lado se abrió y
se asomó una mujer que nos quedó mirando unos instantes. Nosotros le devolvimos
la mirada, le sonreí y besé a mi chica de nuevo. La mujer se metió diciendo
algo que no oímos ni nos importó escuchar.
-Córrete para mí- le susurre a mi hembra. Ella no tardo en
obedecerme mientras yo tapaba su boca con mi mano ahogando mis gemidos. Me
quede pegada a ella, para que siguiera notando el deseo que me llenaba.
Volví a darle la vuelta, sujeté sus manos con las mías
mientras seguía besándola, entre beso y beso le iba hablando.
-Vamos…a…entrar…y…te…voy…a…empotrar…como…te…mereces…-
¿Más? -logro preguntarme ella entre jadeos y besos.
-Yo siempre quiero más. - le conteste, le solté una mano, de
la otra tire de ella mientras buscaba las llaves en mi pantalón.
- Las tengo yo- me advirtió ella. Yo me la quede mirando con
cierta cara de gilipollas, luego me recupere.
- Pues abre, te deseo- le ordene, ella abrió la puerta y
cuando paso le di un azote fuerte
- Eso por reírte de mí.- repuse.