VLADIMIR Y KATIA PRIMERA PARTE
La vida de Vladimir no había sido fácil, único hijo nacido
en el seno de una familia que vivía en una ciudad a las afueras de Moscú. Su
padre miembro de bajo nivel de la mafia los golpeaba a ambos cada vez que se
emborrachaba, lo cual quería decir casi a diario. Normalmente su madre se ponía
delante para que el no recibiera los golpes, aunque se llevó más de uno. Odiaba
a su padre tanto como quería a su madre. El quizás era un chico demasiado débil
para las duras calles de su ciudad, demasiado buen estudiante para el gusto de
su padre más interesado en sus habilidades como matón, pero él prefería las matemáticas.
Más de una vez su padre le había pegado por encontrárselo leyendo un libro en
vez de estar en la calle persiguiendo las chicas como decía él. Con catorce
años unos compañeros de clase le habían dado una paliza, su padre le dio otra
por no defenderse le acabo apuntando a un gimnasio. Allí entre miembros de la
mafia y otros delincuentes había aprendido a regañadientes a boxear.
Fue en aquella época entre los catorce y los dieciséis años
cando conoció a Ekaterina, una chica hermosa e inteligente de la que se acabó
enamorando tras pasar horas y horas paseando por el parque o en sentados en
casa de la abuela de ella ante la chimenea. El adoraba observar su cuerpo
esbelto, su boca carnosa, los gestos de su cara cuando sonreía o se enfurruñaba
por alguna broma suya. Cuando la abuela murió,
ella tuvo que mudarse con su tía, el quedo desolado, Ekaterina era la única persona
en el mundo aparte de su madre que se había preocupado por el, por sus gustos,
preocupaciones, deseos e ilusiones. Habían soñado juntos con irse de Rusia a
otro lugar, pero aquellos sueños jamás se cumplieron. Ni siquiera había llegado
a acostarse con ella, soñaba con casarse virgen y el a pesar de tener el vigor
sexual de cualquier joven lo había respetado. Es verdad que se habían besado,
que ella lo había masturbado sin pasar nunca de ahí.
Tras su marcha comenzó a frecuentar ambientes bastante
malos, hundido por la ausencia de su “Katia” como la llamaba el en privado empezó
a beber y consumir alguna droga. Uno de esos días, sentado en un bar y bastante
borracho debido al vodka tropezó y cayó sobre una mesa donde dos tipos bastante
mayores que él, de unos treinta años bebían y reían. Estos lo sacaron del bar y
lo molieron a golpes. Cuando llego a su casa su padre monto en cólera, le pego
varias veces, pero el ya no sentía dolor tras la paliza recibida. Estuvo casi
una semana en cama recuperándose, cuando pudo tenerse en pie, su padre lo metió
en un coche en el que iban otros dos tipos que le sonaban levemente. Lo
llevaron a un bosque a unos cincuenta kilómetros de allí. Otros dos hombres los
esperaban, de rodillas los dos tipos que lo habían golpeado. Su padre le puso
una pistola en la mano, pero él fue incapaz de dispararles, se echó a llorar,
el padre le golpeo con la pistola y les disparo delante suya. La visión del
asesinato lo hizo vomitar mientras el resto se reían. Luego lo obligaron a
enterrarlos mientras su padre lo insultaba sujetando una botella de vodka.
Una semana después su padre apareció degollado flotando en
el rio. El no lloro cuando se enteró ni más tarde durante el velatorio y el
posterior entierro, solo sentía alivio. Aquel día su vida volvió a cambiar, su tío,
el hermano de su padre le dijo que ira a Moscú a terminar sus estudios de
bachillerato en un prestigioso colegio. Se llamaba como él y por lo que la
sabia también pertenecía a la mafia, pero a diferencia de su padre vestía bien
y los hombres que lo acompañaban parecían más respetables que su cualquiera de
los que había visto con su padre. Le costó separarse de su madre, pero quería estudiar
y aquella era su mejor oportunidad. Se aplicó en ello, su tío le decía que
estaba muy orgulloso, incluso se olvidó un poco de Katia y salió con varias
chicas. Nada serio, aunque perdió su virginidad.
El día que se graduó, su tío organizo una pequeña fiesta.
Tras comer y beber en compañía de su tío, algunos de los amigos de su tío y sus
mujeres o queridas su tío lanzo un brindis por él y le dijo que se acercase a
la cabecera de la mesa que presidia. Con una seña pidió a un hombre que
acercara algo. Cuando Vladimir la abrió palideció, ante sus ojos una pistola relucía
engrasada a la perfección.
-Vamos no te pongas así, no tendrás que usarla, lo tuyo son
los números. La organización te ha pagado los estudios y necesito que vayas a
Madrid a llevar el tema económico allí, eres listo, alguien te enseñara allí lo
que necesitas saber. – dijo su tío sellando su destino.
Con apenas dieciocho años, dos semanas después volaba a
Madrid. Lo llevaron en coche hasta una casa a las afueras en el barrio de
Salamanca supo luego donde vivía Boris, alguien incluso más importante que su tío
y al que tenía que responder. Boris le presento a un tipo menudo con gafas y
cara de rata al que llamaban “El judío”. Este personaje le enseño todo lo que
necesitaba saber, de donde venia el dinero, a donde iba, como limpiarlo,
precios de sobornos, cuanto cobraban los esbirros de la organización según su
puesto y todo lo que tuviese que ver con dinero. Seis meses después quedo al
cargo de esa parte. Todo fue bien durante un año y medio más. Era respetado en
la organización, vivía en una casa lujosa, tenía chicas y dinero para hacer lo
que quisiese y Boris le había manifestado varias veces que estaba realmente
contento con su trabajo e incluso había aceptado un par de veces las ideas que
este le había propuesto para lavar dinero mejor y más rápido.
Pero la vida da giros inesperados, un día de mayo de 2010
mientras estaba recogiendo el dinero de la prostitución que debían entregarle
cada semana oyó unos gritos. Le pregunto a uno los chulos que pasaba, el chulo
solo le dijo que lo siguiera. Bajaron al sótano de la nave. Era enorme, lo primero
que vio fue a una multitud de chicas agrupadas mirando hacia el fondo de la
nave, el avanzo y se colocó algo más adelante donde estaban un grupo de unos
doce hombres mirando hacia el mismo sitio. Todos miraban a una chica cuyas manos
atadas colgaban de un gancho. El rostro de la chica estaba amoratado y
tumefacto y su ropa hecha jirones, un hombre gigantesco la penetraba mientras
Boris miraba a unos metros. Cuando el hombre termino escucho a Boris decir.
-Esto es lo que les pasa a las putas que me engañan, nadie
me engaña, me pertenecéis y hare con vosotras lo que quiera. Si alguna me roba,
me desobedece a mi o alguno de mis hombres lo pagara, de esta forma o aun peor.
– dijo mirando a las chicas.
- Traerme a ese inútil- ordeno y dos hombres se alejaron,
trayendo a otro cuyas manos estaban atadas a la espalda, su cara no tenía mejor
aspecto que el de la chica que colgaba. Boris lo golpeo un par de veces
mientras le decía lo que hubiera podido pasar si la chica se hubiera escapado y
la policía la hubiese detenido, lo insulto y escupió en su rostro. Tras el
discurso dijo simplemente:
- Matadlos, pegarles
fuego y enterrarlos juntos. - tras decirlo se alejó con dos guardaespaldas.
El
observo como uno de los hombres que sujetaba al tipo que se había dejado robar
sacaba un cuchillo y le rebanaba el cuello a aquel desgraciado. Luego con el
mismo cuchillo corto el cuello de la mujer. El aparto la vista como hicieron
casi todas las chicas, lamento haberse interesado por aquel grito. A continuación,
entre cuatro hombres comenzaron a arrastrar los cadáveres mientras los demás hacían
salir a las chicas. Estas fueron pasando a unos metros suya. Observo sus
rostros amarillos y pálidos. Habían pasado más o menos la mitad de las mujeres cuando
sus ojos repararon en una melena castaña clara y una figura alta y delgada, más
delgada que la última vez que la vio y más alta también. Sus labios murmuraron “Katia”
sin emitir sonido alguno. Ella quizás al sentirse observada o quizás por un
sexto sentido alzo la cabeza, gacha hasta ese momento. Sus ojos se encontraron,
el confirmo que era su querida Ekaterina y él supo por el dolor de sus ojos que
ella lo había reconocido, el sintió asco de sí mismo y vergüenza, pero en el
rostro de ella solo vio lastima, lastima por él.
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