Bandera Blanca.
Por fin ha cesado el bombardeo, tras cuatro horas los obuses han dejado de caer en nuestras trincheras ya deshechas, me zumban los oídos y la herida de bala del hombro me arde, creo tener algo de fiebre fruto infección que debo estar desarrollando por causa la herida antes mencionada. Tras cinco minutos me atrevo a salir de mi escondrijo, lo que veo es desolador, cuerpos mutilados, deshechos por las bombas, restos de personas que antes estaban llenas de vida, aparecen ahora pegados a la trinchera. Mis ojos se dirigen hacia una cantimplora, tengo una sed terrible, me abalanzo sobre la cantimplora y bebo con ansia. Mi ojos no reparan en el hecho de que al dueño de la cantimplora, ahora muerto, le falta la mitad inferior de la cara, una esquirla de algún proyectil se la debió arrancar durante el bombardeo, a pesar de ello sus oscuros ojos miran al cielo. En ese momento no me impresiona pero se que soñare con ello mas adelante como con el resto de escenas macabras y terribles que he visto, solo que en mis sueños la gente muerta, destrozada, es mi familia o mis amigos. Desde la primera vez que me hirieron ya no duermo con normalidad, me despierto cien veces bañado en sudor. Me deberían haber dado la baja pero para que te den la baja debes estar muerto, ademas me considerarían un cobarde. Un cobarde, no soy un cobarde, vine a esta guerra como tantos millones, con ilusión, con ganas de conquistar la gloria, lo único que he conseguido son heridas físicas y psíquicas. Cojeo debido a una herida recibida hace dos años, tengo esquirlas de metralla en cuatro partes de mi anatomía y como he dicho mis nervios están destrozados. Rebusco en el macuto de otro cadáver en busca de tabaco, tengo suerte y le quedan algunos cigarros aplastados y manchados de sangre seca, poco me importa, enciendo uno y me quedo sentado apoyado contra el talud de la trinchera.
Por lo menos antes tenia a Sánchez, mi mejor camarada, me hacia reír y nos cuidábamos mutuamente, ahora de toda mi compañía todos son reemplazos, o eran ahora la mayoría son cadáveres o ni eso. Sánchez se fue, no, no murió, se pego un tiro en la pierna el mismo porque ya no aguantaba mas, se arriesgo a que lo pillaran por auto mutilarse y lo fusilaran pero tuvo suerte y no lo hicieron, ahora descansara en una cama limpia donde médicos y enfermeras se desvivirán por el. No se lo reprocho aunque lo añoro, escogió el camino fácil, salir de esta guerra de mierda que es imposible que ganemos. Ellos son superiores y nos barrerán. Llevo tres años peleando y ya me he hecho a la idea.
Un sargento aparece y me cuenta que el comandante ordeno que resistiéramos a toda costa antes de volarse los sesos en su refugio, no se porque lo hizo, quinas no soporto ver a todo su batallón mutilado sembrando de cadáveres aquel lodo que no le importaba a nadie. El sargento también me cuenta que el Capitán que mandaba la compañía esta muerto así como todos los oficiales están muertos, así que de facto el jefe es el. Me da una palmada cuando se marcha. Poco a poco aparecen algunos supervivientes mas, demacrados, ojerosos, temblorosos. Aun así se aprestan a defender la infame trinchera. Es una locura y yo ya me he hartado. Con el pretexto de ir por munición me alejo de ellos y me quedo escondido en un parte de la trinchera totalmente derruida en compañía de un par de cadáveres que yacen abrazados. En cuanto vuelva a atacar el enemigo me rendiré.
No tardan mucho en acercarse, desde nuestra trinchera el fuego es débil, algunos de mis compañeros disparan otros salen corriendo, aunque a la mayoría los matan cuando lo hacen. En pocos minutos el fuego cesa, yo me pongo en cuclillas con las manos en alto y un pañuelo mas o menos blanco en mi mano derecha. Los enemigos aparecen, cuando me ven me dan indicaciones de que me levante, me pegan, se mofan de mi y me roban todo lo que tengo hasta que aparece un piadoso oficial que me manda a retaguardia con los heridos.
Se acabo la guerra para mi, ya no sentía que fuera mi guerra, ni me quedaban fuerzas para luchar. Ahora me toca intentar sobrevivir a mis heridas, al campo de prisioneros e intentar retornar algún día a mi país y encontrar con suerte alguna otra cosa por la que luchar. Confió en poder ganar la próxima vez. Muchos diréis que soy un cobarde, pero hasta el mas valiente tiene un limite y el mio llego. Ahora camino hacia el cautiverio con algunos camaradas, con el cuerpo, la mente y el corazón hechos pedazos. ¿Seremos algún día hombres otra vez? ¿O seremos tan solo bestias miedosas hasta el fin de nuestros días?
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