Locura no tan transitoria.



Un velo rojo sangre intercalado con flashes cubría su mirada, no podía ver lo que hacia, solo sentía el sonido de los puños contra aquella piel desconocida. El ruido sordo de los nudillos al impactar una y otra vez contra aquel cuerpo casi inerte, se entremezclaba con el débil lamento que este era capaz de proferir. Aun así siguió golpeándolo hasta que se quedo sin aire en los pulmones y sin fuerza en los brazos, apenas sentía sus propias manos entumecidas. Logro levantarse y miro a su alrededor, decenas de personas lo miraban, cuando clavo su vista en ellas retrocedieron asustados, luego miro el cuerpo tendido en el suelo, el rostro desconocido y deformado por los golpes comenzó a tomar forma, poco a poco iban surgiendo los rasgos, perfilando unos rasgos demasiado conocidos. La sangre desapareció también lentamente hasta dejar ver dos ojos febriles y una mueca sonriente. El hombre tendido se levanto trabajosamente y se puso ante su agresor. Cara a cara, los dos se miraron, semejantes como dos gotas de agua. El agredido se sacudió la chaqueta y se acerco al oído del otro, espero unos instantes y le susurro.
-Todo lo que odias, eres tu.
Dicho esto se alejo lentamente encendiendo un cigarro, el otro lo miro alejarse, apretando los puños con rabia, se acerco a la persona que estaba mas cerca, sin mirarlo le dio un puñetazo.


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