Inmersión
Cruzo un par de saludos con la mirada,con clientes habituales como el, mientras atravesaba el bar en busca de su rincón habitual, al fondo de la barra. La camarera lo miro y el pidió lo de siempre, gin tonic. Observo a la camarera preparar la bebida con destreza. En poco mas de un minuto tenia la copa en la mano y la sonrisa de la camarera ante sus ojos. Converso con ella un rato, sobre lo típico, ¿que tal estas?, ¿como va el negocio? y cosas así. Cuando se alejo para atender a otro cliente le miro culo enfundado en un vaquero ceñido. El se concentro en la copa, bebiendo a pequeños tragos mientras seguía el ritmo de la música con el pie y observaba al resto de clientes, como cada noche de viernes. Parejas que hablaban, grupos de jóvenes emborrachándose y tratando de ligar con mayor o menor éxito, y algún que otro lobo solitario como el. Tras el tercer gin tonic noto que la mente se empezaba a nublar, a la vez que la opresión en el pecho desaparecía. Pidio un cuarto y un quinto, sabia que la gente lo miraba de vez en cuando, podia notar las miradas de lastima, las miradas que se le echan a un borracho solitario. Eso es lo que era pero no le gustaba que lo mirasen así, a esas miradas solía responder con gestos hoscos y miradas duras, incluso se había peleado alguna vez. Pidio una sexta y comenzó a caminar por el pub, tratando de moverse al ritmo de la música y consiguiendo un tambaleo de lo mas lamentable. Se acerco a varios grupos de muchachas a las que dirigió palabras inteligibles y de las que recibió alguna que otra contestación cortante. Se sumergió de lleno en su propia huida, cargada de patetismo y ginebra. Las copas fueron cayendo, la décima cayo de sus manos y fue invitado a salir del local por la camarera, esta vez no vio ni un rastro de sonrisa en su boca. El sol lo encontró tumbado en un frió banco de hierro. Logro levantarse y camino haciendo eses hasta su casa, notando como la opresión del pecho volvía a surgir.
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