Difusas, candentes, hambrientas.
La marea baja, descubre el barco hundido hace algún tiempo en mi playa, aparece cubierto de algas, derrotado por olas y rocas en aquella lucha desigual. No me gusta la visión de mi playa cuando baja la marea, me perturba , me inquieta, me entristece, me encierra. Procuro no bajar a la playa con la marea baja. Sin embargo cuando esta alta, me gusta que el agua cristalina que bordea la orilla bese suavemente mis pies, que el sonido del mar me arrulle, coger un puñado de fina arena y deleitarme observando como cae por mis dedos. Puedo tirarme horas mirando el movimiento de las olas romper mas allá, en las rocas, con la cadencia y el sonido de un corazón fuerte....
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Me vi envuelto en un mundo de cristales. De cristales opacos y límpidos. Los había pequeños y grandes. Algunos estaban resquebrajados, otros sucios, unos me devolvían el reflejo de mi imagen, sin embargo otros reflejaban las mas extrañas figuras. También había un diamante, lejano, aun inalcanzable, en aquel laberinto de espejos y cristales. Sigo aquí, tengo la piel llena de cortes. Noto el sabor de los cristales en mi boca, el dolor que producen sus cortes en mi estomago, todo huele a vidrio, tengo cristales en los ojos, cristales en los nudillos, pero quiero el diamante, lo quiero...lo necesito.
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Se le había olvidado lo que nunca aprendió. Lo cual puede que resulte una contrariedad, pero eso poco importa. ¿Que le importaba? . Quizás eso si tuviese importancia. ¿Lo descubriría el mismo? o ¿ Treparía la montaña en busca del sabio que tiene todas las respuestas? . Pobre iluso, nadie tiene todas las respuestas, agradecido debe estar el que algo puede responderse. ¿Lograría al menos situarse en aquel punto donde quería estar para buscar nuevas preguntas.? Así podría olvidar los antiguos comos o porqués y tratar de encontrar nuevas respuestas. A lo mejor esta vez tenia mas suerte. "Camina hasta la linea de salida", le dije, no debía pararse, tiene que continuar, porque quieto las respuestas a aquellas preguntas acabaran devorandole.
3 comentarios:
Bueno... me han encantado. Un saludo
Cuentan la historia de que habia una vez un hombre, que le gustaba dormir por las tardes porque cuando caía la noche y el ruido mundano se volvia silencio, solo se escuchaban los sonidos de la noche; el repiqueteo de la lluvia en los cristales, los leves crujidos de la madera, el fugaz sonido del viento; aquel hombre se encontraba a si mismo en sus pensamientos y lo plasmaba en su blog, y todas aquellas palabras que escribia, eran verdadera literatura y poesía. ¿Sabes de quien hablo?. Sigue asi jinete.
La marea... me pasa al contrario. Me gusta baja, con la mar revuelta (así hablamos los de puerto, la mar) porque tira y sale arena y cambian los colores.
Me quedo con ese pequeño relato de reflexiones con los pies mojados.
Besos
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