Mas cortos Aun.
Sus sonrisas eran fugaces, cercadas por el miedo, se miraban de vez en cuando, para darse ánimos, afligidos por aquellos caminos embarrados que recorrían aquel bosque insondable por donde muchos años antes caminaron los hombres sin sombra.
La lagrima descendía lentamente por su mejilla, quería extender la mano, recoger su lagrima, acariciarla, decir algo que la consolara pero me quede quieto, estúpidamente quieto.
Una cama deshecha, un viejo mueble de madera, sobre el mismo una radio a pilas de la que brotaba un triste blues. Ropa sucia sobre un suelo mas sucio aun, colillas, una botella de whisky, mediollena junto a otra completamente vacía. Un espejo, un rostro macilento de ojos inyectados en sangre reflejado en el. Por ultimo un viejo recuerdo.
En el viejo bar del viejo barrio la prohibición de fumar nunca se tuvo en cuenta. El humo de los cigarros de los parroquianos lo llenaba todo. Allí estaban los de siempre, El lechero inclinado sobre su periódico local, con la pipa en la boca y uno con leche sobre la mesa. Damian el corto, tan bajo que apenas si asomaba por encima de la barra, subido en su banqueta, charlando de fútbol o toros con Ramiro el de La Paca, para no confundirlo con el otro Ramiro que jugaba al mus con los de siempre. El Alpacas, El Niño Bien y Justo. El legionario, que debía haber sido legionario hacia mas de cien años había pillado a un pobre tipo por banda y le andaba contando historias mas o menos creíbles, mientras sorbía su copa de anís. Leocadio sentado en una mesa con su esposa tomando una cañita y disfrutando de las famosas tapas de El Siro. Sonrei pensando lo que hubierda dado mi padre por poder estar aun con ellos.
Se había pasado horas preparándolo todo y días pensando en como hacerlo. Por fin había colocado todas las indicaciones, en unos post-it llenos de corazones. Si alguien podía ser metódicamente cursi, ese era el. En ese momento le preparaba un baño, había calculado lo que tardaría ella en hacer todo el trayecto desde que cogiese el coche, pasase a recoger la ropa que el había comprado, la tarta y por supuesto sus regalos. Se las había ingeniado para que en cada parada ella se llevase una sorpresa. Desde una tuna, pasando por un actor que le haría alguna jugarreta cuando recogiese su tarta. Había llenado la casa de globos, flores y velas. Cuando ella llego, cargada de bolsas , el salio a recibirla.
- Te voy a matar ¿porque haces todo esto? , ¡Es tu cumpleaños, no el mio!- dijo ella.
- Bueno, tu eres mi mejor regalo.- contesto el, sonrojandola.
- Pero...- Comenzó ella.
- Shhh, calla que se enfría el baño, ademas cuando veas la ropa que he comprado dejaras de pensar que todo es para ti.- dijo el sonriendo picaramente. Ella dejo las bolsas, el le tendió una mano que ella cogió y caminaron hasta el baño.....
2 comentarios:
La verdad es que haces que uno se meta en el relato con un par de lineas y quiera saber más.
Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Gracias Pérfida por tu comentario.
Un abrazo.
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