Cortos de Otoño

FINAL

Se aferro con fuerza al borde, trato de no mirar abajo, al abismo terminado en lava. ¿Como había llegado hasta allí?. Le costaba recordar, partes del camino que lo había llevado a esa situación estaban claras pero otras se difuminaban en su mente, se mezclaban unas con otras perdiendo cualquier tipo de sentido. Miro el cuerpo inerte de su enemigo. Había logrado clavarle su daga antes de resbalar. La cara del hombre presentaba un tono cada vez ceniciento. Había muerto con los ojos abiertos formando una mueca de sorpresa. Aparto la mirada de el. Ya no sentía los dedos, tenia los brazos acalambrados. Hizo un ultimo esfuerzo para intentar subir pero fue en vano. Cerro los ojos y miro abajo. Volvió a mirar a su enemigo, al menos había cumplido su venganza. Sonrio para si mismo y se dejo caer.....


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EL VISITANTE

La lluvia repiqueteaba constantemente desde hacia horas sobre el asfalto de la ciudad. El hombre calado hasta los huesos se detuvo en un portal para guarecerse y fumar un cigarro. Contemplo el agua correr por la carretera, las diferentes formas que tomaba en su recorrido. Los diversos colores que las luces de los establecimientos reflejaban en el agua. El sonido cada vez distinto de las gotas al caer. Termino el cigarro y lo lanzo, observo como el agua lo arrastraba durante unos metros, luego se calo bien el sombrero y salio de nuevo a la lluvia. Sus pies chapotearon en el agua, su sombrero comenzó a gotear. "Al menos limpiara la ciudad, me parezco a la lluvia, soy la lluvia" pensó. Alejo aquel pensamiento de su mente, necesitaba estar concentrado para su tarea. Por fin llego a su ultimo destino , comprobó el numero del edificio. Saco una hoja de papel, comprobó el nombre y el piso. Luego saco una cerilla, la prendió y la escondió de la lluvia. Acerco la cerilla al papel y lo dejo quemarse, soltó el trozo de papel cuando le abrasaba la mano. Entro en el edificio, subió los tres tramos de escalera despacio. Busco la puerta, se detuvo y acero un dedo al timbre. Por fin llamo.
Después gritos, pasos apresurados, peticiones de ayuda,  sirenas  y por ultimo lagrimas.

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ELLA Y LA NOCHE DEL VIERNES

Le gustaban los Viernes, tenia todo el fin de semana libre por delante y ademas ella actuaba en sesión doble. Salio tarde del trabajo porque tuvo que arreglar el ordenador de su jefe, no lo importo. Cuando salio a la calle ya anochecia, miro el reloj, aun tenia una hora. Paro uno de los muchos taxis que recorrían las atestadas calles. Dio la dirección y obvio los comentarios acerca de la noche que le esperaba que le lanzo el taxista. Este al ver que el no respondía tomo la decisión de callarse cosa que el agradeció. Paso todo el trayecto con los ojos cerrados imaginándola. Se sobresalto cuando el taxista le anuncio la llegada, le pago y le dijo que se quedase con el cambio, apenas escucho el agradecimiento del conductor. Observo las luces del local, provocativas, llamandolo a el y otros muchos como el. Saludo con una inclinación de cabeza al gorila de la puerta que tuvo la amabilidad de abrirle la puerta. Entro en el local, oscuro, la luz solo era mas fuerte en la tarima donde bailaban las chicas. Se sentó en su sitio habitual, pagaba una buena suma para tenerlo, pegado a la tarima. En aquel momento una rubia, alta y esbelta se contoneaba en la barra americana, apenas le presto atención. Una camarera se acerco, le pidió una cerveza y un whisky y espero a que se lo trajese.
Bebió y contemplo esporadicamente a las chicas que salían a bailar, no podía negar que eran guapas pero ninguna era como ella. Cuando el de la megafonia la anuncio noto que su pulso se aceleraba, le dio un largo trago a su tercer whisky y clavo su mirada en la puerta de salida. Cuando salio no pudo reprimir una exclamación de admiración. Allí estaba ella con su largo cabello negro resbalando por su espalda, su cara de diosa donde unos ojos ahora verdes, ahora grises refulgían. Contemplo los provocativos labios pintados de rojo. Vestia unos ceñidisimos vaqueros, un corsé negro y calzaba unas botas con un tacón de por los menos diez centímetros. Contemplo como bailaba, como se contorsionaba mientras iba quitándose la ropa, no perdía detalle. Cada vez que los ojos de ellas le miraban el se excitaba mas y mas. Era como si le hiciese el amor pero sin tocarle, solo con la miradas, los movimientos, el sonido de la música y el leve aroma del perfume que llevaba. Cada pieza de ropa que caía era un paso mas en aquel juego erótico que se producía en su mente. La ropa siguió cayendo y ella quedo desnuda cuando la música ceso. La gente aplaudió pero el   no, el la contemplo irse. Podía estar horas viéndola bailar pero sabia que si la tocaba la magia se rompería. Al menos la noche del viernes bailaba dos veces....




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1 comentarios:

Karmaya dijo...

Te voy siguiendo...porque me gusta. Un saludo